No, no voy a hablar de la entrega original nacida en PC. Como intuiréis si estáis leyendo estas lineas al haber visto la imagen de cabecera, mi atención es para la más reciente, que reinventa lo visto por muchos jugadores hace ya tanto tiempo tanto a nivel técnico como argumental. Y digo esto sin poder compararlas, dado que mi único contacto con esta saga fue The New Nightmare en tiempos de Dreamcast. Alone in the Dark ha sido por tanto una experiencia nueva para mí y, ya lo adelanto, sumamente gratificante.

Pongámonos como siempre en contexto. Alone in the Dark nos sitúa en los años 30 del pasado siglo XX, en un rincón perdido de Nueva Orleans. En un paraje aislado se alza la mansión Derceto, una especie de hogar para enfermos mentales al que se dirigen Emily Hartwood y el detective Edward Carnby para interesarse por el estado de Jeremy Hartwood, tío de la protagonista. Pero, como suele suceder, no tardan en descubrir que la situación es mucho más compleja de lo que pensaban.
Alone in the Dark presenta una jugabilidad basada en una perspectiva en tercera persona con la cámara situada a la altura del hombro, muy similar a lo visto por ejemplo en los remakes de los primeros Resident Evil. Y como en este, podemos movernos andando o trotando (sería demasiado generoso decir ‘corriendo’), mientras que cuando nos toque disparar, la cámara se ajustará para centrar el campo de visión en el objetivo.

No obstante, la mayor parte del tiempo la pasaremos explorando y resolviendo algunos puzzles no muy complicados salvo en casos concretos. También recabaremos información sobre el lugar y los personajes que lo habitan, con los cuales hablaremos en momentos puntuales. En resumen, nada que no hayamos visto antes, lo cual no significa que no esté bien.
Los recursos no son muy variados: munición para las armas de fuego (en plural, sí, porque podremos llevar hasta tres diferentes), objetos para defendernos cuerpo a cuerpo que se rompen tras un uso prolongado y bebida para reponer nuestra salud. Obviamente, dependiendo del nivel de dificultad escogido, modificable en cualquier momento, los recursos serán más o menos abundantes.

A nivel técnico, Alone in the Dark es en lineas generales un juego bien terminado, aunque de manera ocasional he apreciado leves fallos en la iluminación de algunas superficies cuando utilizamos la linterna y en ciertas detecciones de colisiones con objetos demasiado próximos. El nivel en diseño y aspecto de los escenarios y personajes es, pese a existir ejemplos mejores, en mi opinión bastante alto y creíble, contribuyendo gracias a ello a la inmersión del jugador en la historia. Además, todo se mueve suavemente, sin ninguna ralentización aparente.
Una inmersión que, no obstante, podría haber sido en mi caso y el de todos los usuarios de habla hispana muco mayor si el título nos hubiera llegado doblado, pero no ha sido así pese a que no solo viene con voces en inglés. Al menos los textos sí están traducidos y podemos seguir el hilo de los acontecimientos sin mayores problemas. Hablar del resto de efectos de sonido a estas alturas hace tiempo que se tornó innecesario, por lo que a partir de ahora no creo que le dedique espacio en futuros análisis a no ser que este apartado sea un despropósito que merezca su correspondiente crítica negativa.

En definitiva, tanto si ya conocíais el juego original como si es toda una novedad, Alone in the Dark merece bastante la pena si sois de los que disfrutan de esta clase de títulos, pues tiene todo lo que suelen ofrecer y lo hace muy bien. Ya tuve buenas sensaciones cuando, en su momento, probé el prólogo (podéis ver el post que escribí al respecto aquí) y aunque he tenido que esperar mucho, por fin he podido disfrutar de la obra completa gracias, una vez más, al servicio PlayStation Plus.
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