Seguimos analizando títulos en GAMALT, en esta ocasión una aventura gráfica creada por Benoît Sokal que sigue la estela de Syberia, su más famosa obra y cuyo análisis podéis leer aquí. Paradise nos pone en la piel de una joven que llega a un lugar perdido en África sin recordar prácticamente nada de su pasado al haber perdido la memoria tras un «accidente» de avión. Ann Smith, que es cómo comienza a darse a conocer, deberá buscar la forma de volver a casa sin saber que el destino le tenía deparado un largo viaje repleto de peligros junto a una compañía muy especial…
Volvemos pues a estar frente a un juego de mecánica «point & click» cuyo avance depende de nuestra habilidad para resolver los diversos puzzles que los personajes y la propia historia nos irán proponiendo a lo largo de la partida. Hay que decir que su resolución entraña a menudo cierta complejidad a causa de la escasez de pistas sobre cuándo o dónde utilizar ciertos objetos pero, como mencionamos en los casos anteriores, es cuestión de probar con todo lo que se tenga en el inventario, dado que errar no supone peligro alguno.
No obstante este juego tiene una novedad respecto a sus predecesores, si bien hablar de ello implica el tener que avanzar un dato importante de la trama, que no es otro que el de la aparición en escena del que será nuestro compañero de viaje: un enorme leopardo negro al que podremos también controlar en ciertos momentos del juego, aunque solo será obligatorio hacerlo la primera vez puesto que en las siguientes se nos da la opción de saltarnos esa parte. Y no serán pocos los que lo hagan a causa de un sistema de control al que hay que cogerle el punto además de una cámara que, buscando siempre el mejor ángulo, nos jugará más de una mala pasada si no somos precavidos.
A pesar de este y otros problemas de los que hablaré más adelante, el juego se deja jugar bien cuando todo va como tiene que ir y dado que no hay otros aspectos en lo referente a su jugabilidad que deban ser destacados, es momento de pasar a analizar su apartado técnico, comenzando como siempre por lo visual donde de nuevo estaremos moviéndonos por escenarios pre renderizados que, dependiendo del lugar que atravesemos, se mostrarán por zonas o con un momentáneo scroll si su tamaño abarca más allá de la pantalla. Sin embargo, aquellos escenarios en los que controlamos al leopardo no siguen esta norma sino que, al menos durante parte del recorrido, se presentan en completo 3D y de ahí la posibilidad del movimiento de la cámara. En estos casos el nivel de detalle baja de forma considerable pero son zonas tan breves que no desmerecen el acabado general del conjunto en este sentido.
Los personajes mantienen la estética que hemos conocido en los juegos anteriores de Benoît Sokal y son perfectamente reconocibles incluso a larga distancia. Sus animaciones son correctas aunque, como suele ser habitual, los protagonistas han recibido más mimo y destacan sobre el resto. A este respecto hay que decir que el movimiento del leopardo en linea está bastante logrado pero cuando ha de girar sobre si mismo la cosa deja visualmente bastante que desear, ya que no existe una animación de giro como tal sino que se mueve sobre su propio centro como un bloque. No deja de ser un detalle nimio pero que en un análisis hay, por supuesto, que mencionar y ya dije en su momento que por mucho que me gustaran los juegos no me iba a callar lo malo que hubiera en ellos.
En cuanto al sonido, unas suaves melodías muy acordes con el ambiente en el que se desarrolla toda la historia amenizarán nuestro periplo, unido ello a un muy buen doblaje al que si hay que poner algún «pero» es el de que, en algunos momentos (escasos, eso sí, y siempre en personajes sin importancia), un mismo actor doble a varios diferentes con idéntica voz. Los textos también están traducidos pero no aparecen en las secuencias de vídeo, por lo que se agradece mucho que el audio también esté en nuestro idioma.
Paradise es, en definitiva, un buen juego dentro de su género que, si habéis disfrutado antes de obras como Syberia, pensamos que también os gustará, puesto que podría decirse que son lo mismo. Pero antes de finalizar este análisis hay que hablar de los problemas antes mencionados y que, en un primer momento, me hicieron dudar no solo de escribir este artículo sino de incluso terminar el propio juego. Se trata de la aparición de fallos que, en momentos concretos, me impedían avanzar. Estos se daban siempre en los mismos sitios, por lo que de inmediato pensé en bugs pero claro, no podía ser ya que tras insistir volviendo a cargar la partida previamente guardada varias veces, antes o después la cosa funcionaba y podía continuar. En consecuencia, y dado que logré acabarlo, he concluido que lo sucedido tiene más que ver con una mala carga asociada a la versión del sistema operativo usado, pues hablamos de un juego de 2006 corriendo en Windows 10. De todas formas, he creído conveniente advertir sobre esto para que, quienes decidan como yo jugarlo ahora, no piensen que es el juego el que está «roto»…