Lleva muchos años con nosotros y creemos saber qué es pero ciertos acontecimientos recientes me hacen dudar de ello. Llevaba tiempo sin escribir artículos de opinión y creo que la retrocompatibilidad va a ser una buena forma de retomarlos. Trataré de dar mi visión del tema y, de paso, aclarar ciertos aspectos que, así lo pienso, no se están entendiendo de la manera adecuada. Pero lo primero es lo primero y, aunque quienes estamos en el mundillo lo tenemos claro (o eso pensamos), no está de más recordar de qué vamos a hablar…
Lo primero que uno piensa cuando habla de retrocompatibilidad es en la posibilidad de hacer uso de videojuegos antiguos en un sistema actual. Pero, ¿es esta la definición correcta?
Volvamos un momento la vista hacia atrás, a aquellos tiempos en los que lo digital todavía no había entrado en nuestras vidas y el formato físico era la única opción de disponer de material. Por lo habitual, al adquirir una consola nueva este cambiaba, lo que dejaba obsoleto al anterior. Pero ya entonces hubo sistemas que ofrecieron la tan deseada ahora retrocompatibilidad. Ejemplos de esto serían la serie de consolas Game Boy, cuyo catálogo original podía usarse en los modelos posteriores sin ningún problema y la PlayStation 2, capaz de ejecutar los juegos de su antecesora.
Esto era posible gracias a que las máquinas estaban preparadas para hacer funcionar los juegos vía hardware, lo que aseguraba una compatibilidad completa. Ahora, sin embargo, se hace por software, con todas las limitaciones que ello conlleva, de las cuales hablaré a continuación y que llevan a la conclusión de que, aunque sea posible jugar a títulos viejos en las máquinas actuales, tal vez ya no se deba hablar de retrocompatibilidad. ¿O sí?
Ya han pasado más de 15 años de la llegada de la Xbox 360 al mercado con la premisa, entre otras, de brindarnos la oportunidad de seguir disfrutando de los juegos de su antecesora. Pero grande fue nuestra sorpresa (y decepción) al encontrarnos con juegos que el sistema no aceptaba por no ser compatibles. Ahí fue cuando muchos nos empezamos a dar cuenta de que las cosas se estaban haciendo de otra manera…
En efecto, dicha retrocompatibilidad, término que comenzaría por entonces a utilizarse, era en realidad una emulación. Y como suele suceder, dicha emulación no aceptaba todos los juegos e incluso había algunos que daban problemas que no tenían. A este respecto recuerdo bien el caso de Panzer Dragoon Orta, inutilizable a partir del tercer nivel, fallo que nunca se resolvió en Xbox 360 aunque sí en su sucesora, la Xbox One.
Así, a partir de entonces, todos los sistemas posteriores han optado por la opción del software para hacer funcionar en lo posible los juegos antiguos, siempre con un resultado no del todo satisfactorio. Ahora bien, como suele suceder a medida que avanza la tecnología, en la actualidad se ha ido más allá en este sentido…
En los últimos años las compañías buscan seguir ofreciendo, para quien lo quiera, la posibilidad de jugar a juegos de máquinas anteriores a las actuales, si bien la forma de ejecución ha variado. Ahora las consolas ya no cuentan con un emulador que haga funcionar, mejor o peor, la mayor cantidad de juegos sino que estos se descargan una vez se detecta el disco original en el lector.
Ello ha permitido aplicar mejoras técnicas para adaptarlos a los estándares actuales e incluso que luzcan mejor merced a un aumento del framerate y la resolución. Estamos hablando, por tanto, de material que ha sido previamente acondicionado por la propia compañía, sirviendo en este caso el disco original tan solo de «llave» para decirle al sistema qué copia tiene que instalar…
¿Podemos entonces seguir llamándolo retrocompatibilidad? Depende de cómo queramos verlo porque, por mucho que traten de «venderla» como tal, lo cierto es que a día de hoy ya no se hace uso del material original. Las mencionadas mejoras están bien pero su aplicación deja claro que no estamos utilizando el contenido del disco sino una copia digital, perfectamente accesible de cualquier otro modo si así quisieran. Es muy posible, de hecho, que sea esto último lo que se busca. De ahí que, por ejemplo, Microsoft dejara de lado el tema alegando no solo problemas técnicos a la hora de adaptar ciertos juegos sino los asociados a las licencias utilizadas en ellos, algo que solo tendría sentido si tuvieran pensado obtener beneficio económico de estos productos en una u otra forma.
Cosa que sí hace Sony, que ofrece diverso material de sus consolas antiguas de sobremesa (a excepción de PS1) a través de su plataforma PS Now. Sin embargo, tampoco aquí podemos hablar de retrocompatibilidad a la forma tradicional, dado que los juegos no hacen uso del hardware actual sino que se ejecutan a través de la Nube. A pesar de ello, tanto prensa como usuarios seguimos refiriéndonos a esta cuando no está del todo claro que debiera hacerse. Máxime teniendo en cuenta que, en este último caso, varios de estos títulos antiguos han aparecido en las tiendas digitales con sus respectivos precios, lo que hace innecesario el uso del original al tratarse de un producto independiente adaptado al sistema.
Todo apunta a que, con el tiempo, buena parte de este material de pasadas generaciones acabará formando parte del catálogo digital de cada compañía. Ello significa que en efecto será posible disfrutarlo pero, como dije antes, no en su forma original. Algo que lleva tiempo sucediendo en PC donde, aun con un mismo formato, los sucesivos cambios en las versiones de los sistemas operativos han ido dejando con los años una gran cantidad de juegos completamente inservible. Y más ahora que los lectores de CD/DVD han quedado igualmente obsoletos y olvidados en favor de lo digital.
Ahora en consolas se está haciendo algo similar al darnos la opción de poder acceder a juegos creados hace muchos años para sistemas que no están en el mercado. La cuestión es si dicho acceso puede (y debe) o no llamarse retrocompatibilidad. En mi opinión, si por tal entendemos como dije la utilización de un determinado material en su forma original, está claro que no. Ahora bien, no es menos cierto que, como pasa en ordenador, los viejos programas se adaptan para que sigan funcionando aunque el soporte cambie. Y si ello se define y acepta como compatibilidad pues habrá que admitirlo así.
Lo que al final importa es poder jugar a esos juegos, de eso no hay duda. Además, los esfuerzos acometidos hasta la fecha en este sentido ayudan a la preservación del contenido (que no del soporte en el que se distribuyeron), y permiten a las compañías seguir viviendo del mismo. Unos y otros, todos tenemos algo que ganar con ello. Aun así, me reafirmo en lo dicho y tal vez fuera mejor dejar de hablar de retrocompatibilidad, aunque sea un término muy de moda actualmente y funcione, como tantas otras cosas, para «vendernos» mejor un sistema u otro.
Como a muchos, a mí también me gusta la idea de poder hacer uso de mis viejos discos. Por desgracia, como sucediera antaño, estos al final quedarán solo para el sistema para el que se crearon. En mi caso no son pocos los que, por muy diversas razones, no se han adaptado a los nuevos medios, de modo que no tengo alternativa. Pero los que sí lo están, independientemente de los cambios en su contenido o la forma de acceso, pueden disfrutarse igualmente y sé que no sois pocos los que ya lo hacéis. Quizá algún día lo haga yo también.
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