No recuerdo, y así os lo digo con total sinceridad, cómo conocí Syberia pero lo que sí puedo afirmar es que esta saga se ha ido convirtiendo con el tiempo en una de mis favoritas pues los sentimientos que despierta en mí no son comparables a los de la inmensa mayoría de juegos que he podido disfrutar durante toda mi vida como jugador. Pero eso es algo que, si queréis, contaré en otra ocasión ya que hoy toca hablar del juego que lo inició todo…
Syberia nos presenta una historia sobre la persecución de los sueños protagonizada por una joven abogada neoyorquina llamada Kate Walker, la cual es enviada a Valadiléne, un pequeño pueblo de los alpes franceses con la misión de negociar la compra de la fábrica de autómatas Voralberg. Sin embargo, lo que en un principio parecía algo sencillo, muy pronto se comienza a complicar de tal manera que, en pos de llevar a cabo el trabajo encomendado, Kate Walker se embarca en un largo viaje con el objetivo de encontrar al último heredero de la mencionada fábrica. Un viaje en el que descubrirá lugares y gente fascinantes que, junto a otras circunstancias, la irán alejando de su antigua vida.
Estamos frente a un título de corte clásico en su género, donde manejaremos a la joven Kate a golpe de ratón, gamepad o pantalla táctil, dependiendo del sistema en el que lo juguemos. En mi caso lo hice por vez primera en la Xbox pero también lo he tenido en Android y, como dije cuando hice el análisis de Amerzone: The Explorer’s Legacy, recientemente lo he jugado en PC. Como buena aventura gráfica que es, la resolución de puzzles es el pilar fundamental sobre el que se asienta su avance y ello implica estar atento a cualquier detalle que de alguna manera se destaque, ya sea en el propio escenario o mediante algún documento.
Naturalmente, por el camino nos cruzaremos con personajes que nos ayudarán o entorpecerán en la investigación si bien en ningún momento existe, hagamos lo que hagamos, el peligro de morir. Por ello no hay que temer explorar todas las posibilidades, por extrañas que puedan resultar ya que la solución puede aparecer de la manera más inesperada aunque eso no significa que no haya que utilizar la lógica en la mayor parte de los puzzles.
A nivel técnico, Syberia ofrece toda una colección de entornos pre renderizados, abiertos y cerrados, repletos de detalles y con un estilo visual muy particular. Los personajes son modelos en 3D que, por razones obvias (hay que tener en cuenta que hablamos de un juego de 2002), no presentan un acabado tan pulido pero son perfectamente reconocibles y cumplen de sobra su cometido. Las secuencias de vídeo son de una gran belleza estética y narrativa, y ayudan mucho a la inmersión del jugador.
En cuanto al apartado sonoro hay que destacar en primer lugar las geniales melodías que acompañan a la acción durante todo el juego, a lo que hay que sumar para nuestro gozo un muy buen doblaje a nuestro idioma con el que se ha conseguido dar personalidad y carácter propios a cada uno de los personajes, especialmente los principales con los que, al menos en mi caso, fue ya desde el principio inevitable crear y fortalecer unos lazos afectivos muy fuertes.
Syberia es, en definitiva, un gran juego por muchos motivos. Es ingenioso, con una puesta en escena que aún a día de hoy luce muy bien dentro de su género y que nos ha legado personajes sumamente carismáticos de los que es, pienso, difícil no enamorarse. En próximos artículos hablaré de la evolución de la saga a medida que vaya analizando los títulos que recogieron el testigo de esta primera pieza de la que es para mí, vuelvo a incidir sobre ello, una sublime obra de arte audiovisual.