Rastan

Rastan

No por mucho que se diga, pues no soy ni mucho menos el único que lo afirma, es menos cierta la influencia de Conan el bárbaro, el famoso personaje de Robert E. Howard y, más en concreto, la adaptación al cine que en 1982 protagonizó un por entonces todavía desconocido Arnold Schwarzenegger cuando se observa con sumo detenimiento al protagonista del clásico Rastan, creado por Taito en 1987. Si hasta el diseño de la espada del personaje (que podemos llegar a ver justo al inicio de la partida como al final del film, sentado ya anciano en su trono) es, a excepción de algún detalle, prácticamente idéntico al de la que manejaba el fornido actor…

Pero dejando a un lado todo aquello que les sirviera de inspiración y que, y esto es una opinión personal que no puedo confirmar, quizá ocultara una verdadera intención de hacer un videojuego basado en Conan que por tema de licencias no se pudo llevar a cabo, lo que cuenta es que estamos ante un producto sobresaliente tanto en su planteamiento como en su ejecución, a la altura de otras joyas que la compañía japonesa sacó al mercado en aquella época.

Rastan es una mezcla de acción y plataformas en la que deberemos atravesar un total de seis niveles, cada uno dividido en dos zonas. Por un lado tenemos el recorrido exterior, a cielo abierto pero con algunos tramos cerrados y a continuación el castillo o fortaleza en cuyo final nos aguarda el «boss» o jefe de cada nivel.

Numerosos obstáculos se levantan ante nosotros, tales como enormes marismas, lagos de fuego que escupen bolas ardientes, rocas que caen de lo alto o enormes pinchos de piedra que emergen del suelo, y habremos de superarlos al mismo tiempo que acabamos con los diferentes seres que nos salgan al paso, algunos de ellos sencillos de abatir pero otros sumamente complicados si no atacamos en el momento preciso y/o con el arma adecuada.

Y esto último es la clave para el buen progreso en el juego, y que se nos facilita si somos hábiles puesto que las diferentes armas estarán a nuestra disposición poco antes de que las necesitemos, siempre y cuando seamos capaces de hacernos con ellas, claro está. Aparte de la espada, que es el arma básica, tenemos el hacha que causa el doble de daño, la maza con cadena que permite golpes a larga distancia y finalmente, la espada de fuego que causa estragos tanto a enemigos próximos como lejanos. Cada una de las armas puede utilizarse durante un breve lapso de tiempo antes de desaparecer, por lo que hay que tratar de aprovecharla lo máximo posible y siempre que cojamos una nueva perderemos la anterior. Por otro lado, dominar los saltos también es imprescindible para superar ciertos peligros. Rastan podrá saltar con dos intensidades en base al tiempo que mantengamos pulsado el botón correspondiente, y de nosotros depende usar una u otra en función de cada momento.

Pero no todo lo que encontraremos en nuestro periplo será malo puesto que, como es habitual en esta clase de juegos, ciertos objetos o «items» que nos aportarán diferentes beneficios aparecerán de vez en cuando después de acabar con los enemigos ya sea aumentando nuestra puntuación, devolviendo toda o una parte de la energía perdida a nuestra barra o bien protegiéndonos temporalmente contra sus ataques. Lo que otorga cada uno se puede ver después de la pantalla de título, durante el tiempo en el que el juego permanece en marcha sin ser jugado.

Gráficamente el juego es muy llamativo, con escenarios y personajes muy variados y repletos de detalles y todo se mueve suavemente, sin la menor brusquedad. Pero si por algo merece este Rastan ser recordado además de por su jugabilidad es, al igual que sucede con la película al principio mencionada, por su excelente banda sonora, breve en número de piezas pero todas ellas exquisitas. Sus dos temas principales suenan de manera repetida en sus respectivos ambientes pero son como digo tan épicos, tan sublimes, que en ningún momento nos cansaremos de escucharlos al tiempo que nos meten de lleno en la acción.

Es difícil, o al menos eso pienso, que un juego así no guste a todo el mundo independientemente de su afinidad con el género y, en particular, con el personaje y su universo. Seis niveles pueden parecer poca cosa pero ya os lo advierto: no es un juego fácil de terminar, ni siquiera cumpliendo la máxima de aquellos años de haber jugado lo bastante como para saber de memoria qué es lo que aparece en cada instante para así poder anticiparnos. Si queda alguien en este mundillo que no lo haya jugado, a tiempo está de disfrutar de una grata experiencia que sigue siendo igual de genial más de treinta años después de su creación.

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6 Comments

  1. Hola, encantado de saludarte. No conocía tu blog y me parece una maravilla. Qué duda cabe de que el personaje de "Conan el Bárbaro" (y más el llevado al cine por el actor Arnold Schwarzenegger) gozó de una gran popularidad y sirvió de inspiración para gran cantidad de títulos de recreativa como este Rastan que tan bien nos presentas y que tanto invita a una partida. Muy buena entrada. Ánimo y éxito.

  2. Muchas gracias por tus palabras de apoyo. Siempre alegra ver que gusta lo que uno hace. Espero que lo disfrutes mucho si te animas a jugarlo…

    Saludos.

  3. Pinta bien Rastan, mi pregunta es: ¿Salio solo para arcades? porque emulador de arcade no dispongo pero de muchos otros si y no estaría mal darle un tiento…

  4. Tuvo versiones domésticas, pero obviamente no llegan al nivel del original. La de Master System por ejemplo es, como pasa con otros títulos, bastante diferente y no solo en lo técnico. No hay que olvidar que hablamos de 1987 y lo de igualar versiones arcade y consola/ordenador era algo que todavía quedaba lejos…

    Si alguna vez puedes, juégalo, merece la pena. Gracias por pasarte y comentar. Saludos.

  5. Nunca conocí este juego, de hecho en los arcades que visitaba eran solo pelea y carreras en su mayoría. A la cola para Mame. Saludos 😀

  6. Vaya, suelo siempre hacer mención a aquellos que no hayan jugado al juego del que hablo en el artículo pero la verdad es que nunca espero que se dé el caso. Pues nada, a jugarlo y a disfrutarlo…

    Gracias por pasarte por el blog y comentar. Saludos.

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