Spy Hunter

Spy Hunter

Ya he hablado de ello en alguna ocasión: se necesita poco para ser feliz o, al menos, para pasarlo bien con, en este caso, un videojuego. Y el ejemplo de hoy es buena muestra de ello: un único coche que manejar, una carretera interminable dividida en tramos de diferentes características, un ilimitado número de enemigos y otros vehículos como coches y motos que dificultan nuestro avance. Así es este Spy Hunter que hoy reseño para vosotros en el blog…

Ideado en principio como un juego de James Bond, el no poder disponer de la licencia oficial para su creación hizo que no se pudiera utilizar ni el nombre ni la música de las películas. A pesar de todo, las comparaciones con el universo del personaje son inevitables, y por ello el «argumento» del juego nos pone en la piel de un miembro destacado del servicio de espionaje internacional, que debe luchar contra una organización criminal que ansía controlar el mundo. Algo visto ya muchas veces y una simple excusa para poner en contexto lo que nos encontraremos.

Creado por Midway en 1983, nuestro objetivo es llegar lo más lejos posible mientras vamos eliminando a todos los enemigos que nos encontremos por el camino. Dado que estamos ante un juego sin un final definido, la longitud de la partida solo estará determinada por nuestra pericia a los mandos y aunque habrá que hacer gala de reflejos en algunas situaciones, el manejo del coche es bastante bueno en condiciones normales del asfalto, no así cuando crucemos, por ejemplo, por zonas de hielo o nieve en las que el vehículo patinará y su control se volverá lento e impreciso aunque no pierda velocidad.

También hay momentos en los que podemos desplazarnos por el agua de un río que discurre paralelo a algunos tramos de la carretera. En algunos casos habrá que desviarse por obligación, pues la carretera estará cortada y tendremos que estar muy atentos para anticiparnos y no sufrir un accidente. Estos, por cierto, son ilimitados al principio, durante una breve primera parte cronometrada del juego que definirá posteriormente el número de vidas con el que afrontaremos el resto de la partida en función de la puntuación que hayamos obtenido cuando el tiempo llegue a cero.

Los «malos» no nos pondrán las cosas fáciles pero podemos combatirlos con las diferentes armas de las que dispondremos a lo largo del juego. La más básica es la ametralladora frontal, que permitirá acabar con todos ellos a excepción del modelo blindado, el cual solo podremos atacar a empujones para sacarlo de la vía tal y cómo intentará hacer con nosotros, o mediante el uso de aceite o la nube de humo. También será posible hacer uso de cohetes pero estos solo funcionan contra los helicópteros que dejan caer bombas a nuestro paso. Hay varios tipos más de enemigos, cada uno con sus propios patrones de ataque y puntos débiles pero eso dejaré que lo descubráis vosotros a medida que vayáis jugando una y otra vez.

Por otra parte, en todos los tramos aparecerá un camión rojo (o un barco si estamos usando la versión acuática del vehículo) que es nuestro único aliado, en cuyo interior se nos equipará una de las mencionadas armas para hacer frente a los enemigos que nos salgan al paso. Pero debemos usarlas con moderación puesto que se agotan y no podremos recargar o coger una nueva hasta el siguiente tramo. Algo a tener en cuenta es que, si por algún motivo, no hemos sido capaces de entrar en un primer momento al camión y este se aleja, podemos «llamarlo» para que acuda enseguida en nuestro auxilio mediante el uso de un botón destinado a tal efecto.

Visualmente estamos ante un juego de scroll vertical con vista cenital, es decir, visto desde arriba, que a mí me recuerda particularmente a ese otro «juego» que se utiliza en los centros de reconocimiento médico para pasar la prueba de visión periférica y de reflejos de quienes van a renovar su permiso de conducir, pero en este caso el avance es bastante más rápido y complicado. Los sprites de los diferentes vehículos están muy detallados para la época. Los escenarios por el contrario, sin estar mal, pecan de repetitivos a pesar de los cambios en la paleta de colores que representan los diferentes ambientes.

En cuanto al apartado sonoro, este se limita a los efectos de las diferentes armas, las explosiones y accidentes. Solo un par de melodías se escuchan a lo largo de la partida. Una de ellas, muy breve, es la que acompaña al momento en el que perdemos una vida al estrellarnos, aunque por alguna razón no lo hará siempre. La otra, que podemos considerar el tema principal, es una versión de «Peter Gunn», canción compuesta por el genial Henry Mancini (sí, el mismo que hizo la música de La Pantera Rosa) para la serie de televisión del mismo nombre en la que el protagonista era un detective privado, por lo que pega bastante con la temática del juego.

A pesar de los años que han pasado desde que se hizo, Spy Hunter sigue siendo muy entretenido porque no crea en quien lo juega ninguna aspiración más que la de aguantar el mayor tiempo posible con la misma partida. Esto, que antaño era algo muy común, ya no tiene sentido a día de hoy pero vemos como, pase el tiempo que pase, lo que fue bueno sigue y seguirá siéndolo porque tiene esa chispa o «magia» que atesoran muchos de los juegos antiguos y que, en el caso que hoy nos ocupa, está muy presente en todo momento.

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