Vivimos en una sociedad sumamente compleja, en la que no todos remamos en una misma dirección. Como suele decirse, «para gustos colores», lo que provoca que en muchas ocasiones nos encontremos ante hechos u opiniones que, personalmente, no termino de entender. Pero eso es porque mi opinión es solo una entre miles, en algunos casos millones, y es normal que el grueso de la comunidad no vea siempre las cosas con el mismo prisma que uno mismo. En este post quiero reflexionar sobre algunas de esas contradicciones que todos, en alguna ocasión, hemos vivido a lo largo de los años…
¿Cuántas veces hemos oído o leído aquello de que siempre se hace lo mismo y que hacen falta cosas nuevas? No son pocos los jugadores y medios que, en repetidas ocasiones, han criticado juegos en los que la innovación era escasa o nula. Pero al mismo tiempo se aplaude el regreso de viejas glorias, con mejor o peor acierto, ya sea en forma de remasterizaciones o «remakes». Ante este hecho, uno termina por hacerse la siguiente pregunta: ¿en qué quedamos, queremos novedades o vivir del pasado?
Y esto nos lleva a otra cuestión, relacionada esta vez con la jugabilidad y/o posibilidades que brinda un título concreto. Cierto es que esto que voy a comentar no sucede en el cien por cien de las veces, pero ocurre con bastante frecuencia, y me refiero a considerar una propuesta concreta como muy arcaica o simple para los estándares que se manejan hoy. Sin embargo, cuando se habla de los clásicos y lo que ofrecían nos falta tiempo para alabar su concepto de sencillez y su diversión directa, sin complicaciones de ninguna clase. ¿Por qué se ve entonces con tan malos ojos que un juego de corte actual no ofrezca una jugabilidad y una duración de antaño? ¿Por qué tienen que tener una multitud de modos de juego y permitir llevar a cabo un montón de acciones diferentes para ser considerados buenos? Ojo, que hablo de juegos «profesionales» porque los «indies» son, en este aspecto, harina de otro costal.
Me gustaría volver sobre el segundo párrafo para comentar otra cosa en la que suele haber una cierta controversia. Antes he hablado del regreso de juegos o, mejor dicho, sagas clásicas en forma de títulos adaptados al hoy pero ahora lo haré sobre lo que a menudo pasa cuando se anuncia la futura llegada de una nueva entrega. Es normal que la gente, una vez conocida la noticia, comience a imaginarse cómo será esta y espere que siga los pasos de los juegos anteriores. Ello hace que cualquier cambio sea visto casi como una aberración, como un insulto no solo a la saga en cuestión sino a sus fans que, ofendidos, cargarán contra todo lo que no sea lo que deseaban ver. El, tal vez, ejemplo más claro de esto es lo que sucedió con un Golden Axe: Beast Rider dura, triste e injustamente vapuleado por jugadores y medios a los que no les hizo ninguna gracia que, a pesar de presentar una propuesta notable en su conjunto, no hubiera sido un juego del mismo estilo que los anteriores. También, y quedándome con la misma saga, la entrega que vio la luz en Saturn, The Duel, no llegaría a sufrir el mismo calvario pero sería recibida con poco o ningún entusiasmo al cambiar de genero y pasar del «yo contra el barrio» a la lucha «one vs one» tan de moda entonces como ahora.
Otros han sido más listos y han jugado a caballo ganador, ofreciendo lo que los demás esperan ver. Tal es el caso del nuevo Streets of Rage, cuyo lavado de cara en lo visual no oculta esa linea continuista y buena muestra de ello es que, si bien los escenarios y los protagonistas del juego han variado en mayor o menor medida su apariencia, el juego no solo plantea en lineas generales una misma jugabilidad sino que nos volveremos a enfrentar a los mismos enemigos que conocimos en la segunda parte, amen de alguna posible novedad. Esto en sí no es algo malo pero sí contraproducente si hablamos de juzgar un juego no por lo que es sino por lo que a nosotros nos gustaría que hubiera sido y es por eso que poco importa si el resultado es bueno porque será machacado si se sale de la imagen que los usuarios se han hecho de él con anterioridad.
Pero luego nos encontramos casos como el del reciente Resident Evil 2 cuya revisión, si bien sigue (o eso parece) en términos generales la linea del original, ahora lo hace desde una perspectiva totalmente diferente, la misma que se eligió en su día para la cuarta parte y que rompió con todo lo establecido en la saga hasta ese momento. Sin embargo, y a diferencia de los casos antes mencionados, aquí se alabó el cambio tanto por parte de la comunidad como de los medios. Algunos dirán que ambos casos están justificados, este último por ser bueno y el primero por todo lo contrario pero tengo que discrepar de esta conclusión porque ni uno es tan bueno ni el otro tan malo y lo único que queda patente es, como reza el título de este post, el doble rasero con el que se mide dependiendo de si se trata de un juego o de otro.
Al final, lo que todo esto demuestra es que cada uno de nosotros es un mundo con una visión subjetiva de lo que le rodea. Es por tanto sumamente difícil, por no decir imposible, que se establezca un criterio general con el que, ante dos o más casos de similares características, no se termine juzgando de manera diferente a cada uno en función de su fama o de lo atraídos que podamos sentirnos hacia él. Y esto es algo que, por desgracia o fortuna (según se quiera ver) ha sido, es y seguirá siendo así hasta el fin de los tiempos…