Resulta curioso cómo llegó a mí este juego tan simple y gracioso que es Pooyan, pues fue a su versión «game & watch» a la que le acabaría echando, con el tiempo, un montón de horas y pilas de botón en busca de un record cada vez más alto. Lo cierto es que llegué a durar bastante en más de una ocasión, pero mejor será hablar del juego en su versión original para máquinas arcade, que ya conocí muchos años más tarde gracias a la emulación vía MAME, aunque también lo podemos encontrar en múltiples sistemas domésticos de la época y posteriores…
El objetivo en Pooyan no es otro que proteger a los cerditos del ataque continuo de hordas de «lobos feroces» (que no tienen nada que ver con el de «Los tres cerditos» pero he usado este término porque creo que algo tuvo que inspirar el cuento a quienes crearon este juego), que descienden desde lo alto de un árbol gracias a unos globos de colores que deberemos romper a tiro de flecha desde la plataforma en la que se encuentra nuestra protagonista, la cerdita madre. Si no logramos abatir a un lobo y este llega abajo, subirá acto seguido por unas escaleras situadas detrás y tratará de mordernos directamente o de cortar la cuerda de la que pende la plataforma que nos sostiene para que caigamos al vacío, cosa que también sucederá si recibimos el impacto de alguna de las piedras que nos lanzarán los que aún sigan en el aire.
Pero los «lobos feroces» podrán, también, ascender con los susodichos globos con la intención de acabar con la protagonista arrojando sobre esta una enorme roca desde lo alto. Para que esto ocurra tiene que haber un número considerable de enemigos empujándola por lo que, como imagináis, lo que debemos evitar es que se acumulen en lo alto del risco y puedan llevar a cabo su plan. Como veis, avanzar no será precisamente un camino de rosas…
Técnicamente nos encontramos ante un juego que, como muchos de los de su época, es muy simple en su apartado gráfico puesto que no debemos olvidar que estamos hablando del año 1982 y, por aquellos tiempos, los sistemas existentes no daban para mucho más. Pero nuevamente comprobamos como, a diferencia de lo que sucede hoy, el planteamiento de los viejos arcades no tenía mayor pretensión que la de hacer pasar un rato entretenido a quienes nos poníamos a los mandos, y Pooyan lo consigue con creces.
Konami, empresa hoy en horas bajas pero que recientemente ha cumplido 50 años en el mundillo, hizo un buen trabajo al legarnos un juego tan simpático y adictivo como Pooyan. Supongo que muchos de los jugadores veteranos ya lo conocerán pero, si hay algún despistado que no haya oído hablar de él, yo recomiendo al menos echarle un par de partidas. No es lo mejor que vais a encontrar pero os aseguro que si lo que buscáis es, como dije antes, un rato de diversión sin demasiadas complicaciones, Pooyan no os defraudará.
Ah, por si alguien siente curiosidad por lo que he mencionado al principio del artículo, os voy a dejar a continuación una foto de la maquinita, sacada de internet porque la mía, por desgracia, hace mucho tiempo que la perdí. Quizá algún día, si se dan las condiciones adecuadas, me decida a recuperarla, si bien no creo que pudiera volver a conseguir las hazañas de antaño…
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