No es lo mismo afición que adicción

No es lo mismo afición que adicción

La OMS (Organización Mundial de la Salud) ya ha incluido, de manera oficial, la adicción a los videojuegos como una enfermedad mental en su último informe de diagnósticos, provocando con ello la ira de la industria y de la comunidad de jugadores, que consideran excesiva dicha medida. Sin embargo, y haciendo honor a la premisa que me marqué al crear este blog, nuevamente me dispongo a nadar contracorriente, a ser políticamente incorrecto y a no ir con el criterio establecido. Y todo ello después de haber reflexionado largo y tendido sobre el tema, cosa que parece que muchos no han sabido o querido hacer antes de lanzar sus críticas en la red.

Estas críticas se fundan en mi opinión en el miedo (sí, habéis leído bien, miedo) que tanto unos como otros demuestran tener a ser de alguna manera «marcados» por la sociedad. Dicho de otra forma, a que se les vea como «locos», con lo que ello puede suponer para sus vidas y su futuro. Este temor se une a los recientes ataques que ha recibido el mundillo por parte de medios como la televisión, siendo este un tema que merecería una reflexión propia y con el que sí estoy de acuerdo con la inmensa mayoría de las personas que lo han criticado duramente.

Pero en el caso que nos ocupa no puedo estarlo porque, como suele pasar, son muchos los que se han quejado desde su posición inamovible y solo han visto, o así lo parece, el prisma desde un lado, sin molestarse en analizar todo lo bueno de esta iniciativa, que no es poca cosa. Para empezar, y como todos hemos visto, lo que se ha incluido como enfermedad o trastorno mental es la adicción pura y dura. Ello no quiere decir, por supuesto, que todos los que jugamos con videojuegos seamos adictos a los mismos, pero que muchos tengamos control no elimina a ese tanto por ciento de personas que, sabiéndolo o no, tienen un serio problema que puede y debe ser tratado por especialistas al igual que se hace con adicciones como las del tabaco, el alcohol, la comida e incluso el trabajo, el móvil o Internet.

¿Os habéis preguntado qué es lo que separa a un aficionado de un adicto? Pues básicamente que el aficionado, por mucho que le guste algo (en este caso los videojuegos), no pierde el control ni olvida sus otras responsabilidades (estudios, trabajo, familia, relaciones sociales o sentimentales, etc) mientras que el adicto se sumerge en un pozo oscuro del que es cada vez más difícil salir. En consecuencia, se refugia en su adicción y pierde el contacto con la sociedad. Si eso no ha de ser calificado al menos como trastorno mental, el cual podría también estar producido por factores externos que derivasen en lo último que he mencionado, ¿cómo hay que llamarlo entonces?

Es por ello que, al contrario que mucha gente, yo considero que no es malo que se haya hecho esto. El problema radica en la concepción que se tiene de lo que es un trastorno o enfermedad mental y no son pocos los que escuchan esas palabras y, como dije antes, lo asocian directamente con la locura. Repito, ser adicto a algo no es estar loco. Es más, si queréis podríamos incluso entrar en un debate sobre qué es realmente la locura. ¿Es un loco el que hace cosas que nadie «cuerdo» o en su «sano juicio» haría nunca? ¿Es el que es capaz de ver cosas que los demás no pueden? ¿Es el que tiene una idea de la vida tan sumamente distinta a lo que se espera que no encaja en ninguna parte? Yo ya os digo que no tengo la menor idea pero como tampoco quiero irme por las ramas, creo que lo mejor será dejar este tema para otra ocasión y continuar con el post.

Volviendo al miedo antes mencionado, pienso que los usuarios no tenemos que preocuparnos por la repercusión que lo sucedido vaya a tener. Es decir, no es esta la primera vez que se nos marca de alguna manera, ni será la última. ¿Acaso ya no recordáis los más veteranos aquello que se decía de que los videojuegos solo eran para niños? ¿Y lo de que los jugadores somos unos «frikis inadaptados» y otras sutilezas? Nada de eso nos ha apartado de ellos ni ha hecho que se vendan menos. Al contrario, con el tiempo cada vez más gente se ha acercado a este mundillo por mera curiosidad y ha terminado quedándose en él.

Y respecto a la industria, tampoco creo que esta tenga que preocuparse por una posible bajada de las ventas y su correspondiente reducción de beneficios porque eso no va a suceder. Lo que sí que no se puede negar es que muchas compañías son culpables en cierta medida de la existencia de esta adicción, pues ellas mismas la han fomentado con prácticas «sacacuartos» como las también polémicas cajas de botín, las cuales han sido ilegalizadas en varios países y siguen siendo objeto de discusión dentro y fuera del mundillo. No deberían por tanto ponerse «a llorar» cuando, en parte, han contribuido a crear ese mal que ahora niegan.

Resumiendo, y ya para concluir, que la OMS haya tomado nota de un problema que es tan real como cualquier otro debería no enojarnos sino todo lo contrario, alegrarnos porque gracias a eso los especialistas que se encargan de tratar las adicciones tendrán un protocolo y medios para hacerlo. Sé que a muchos no les ha gustado lo que ha pasado y ya he descrito los motivos pero yo os pido a todos los que os hayáis sentido ofendidos por la decisión de la OMS que penséis qué es mejor, si ocuparse de un problema o mirar para otro lado y hacer como si no existiera. ¿Es esto último realmente lo que queréis? Quiero pensar que no porque, de lo contrario, sí que tendríamos entonces un serio problema como sociedad, y mucho más grave que cualquier adicción.

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