Han pasado muchos años pero sigo recordando con cariño el que fue mi primer sistema de juegos, el Amstrad CPC 464 Plus. Algún día os contaré mis pinitos en el mundo de la programación con el lenguaje BASIC pero de lo que hoy os quiero hablar es de un juego que vino con la máquina y sin el cual, dicho sea de paso, esta no podía funcionar por su condición híbrida (el Plus es una combinación entre el CPC normal y la consola GX4000): Burnin’ Rubber, un arcade de carreras que me brindó horas y horas de mucha diversión… y de dolor de pulgares, puesto que siempre jugué usando el gamepad de la GX4000 y este no era lo que se dice muy cómodo para echar sesiones largas.
Inspirado en la famosa competición de las 24 horas de Le Mans, nuestro objetivo es obvio: la victoria. Pero conseguirla no es nada, nada fácil. Yo jamás he logrado acabar la carrera y estoy seguro de que a muchos de quienes lo hayáis jugado os habrá ocurrido lo mismo. Para empezar, es en mi opinión imposible llegar a salir en primer lugar tras realizar la prueba de clasificación aunque lo cierto es que poco importa la posición que logremos puesto que luego serán muchos los coches que iremos adelantando.
Y es que el largo trazado del circuito es toda una prueba de resistencia y habilidad, pues no solo hay que ir adelantando coches sino también saber tomar las curvas para no chocar contra los carteles del borde exterior, algo que sucederá bastante a menudo hasta que tengamos cierto control. Por otro lado, el manejo del juego es bastante duro, es decir, el vehículo tardará un poco en responder a las órdenes que demos con nuestro mando y eso hace que tengamos que saber anticiparnos a lo que viene a continuación.
Subidas, bajadas y túneles son otros peligros que habrá que superar a lo largo de las cuatro vueltas que debemos dar pero a todo lo ya dicho se suma otro factor: el tiempo, y no hablo del habitual crono que, como en cualquier otro juego de la época, nos impedirá continuar si llega a cero y que se va renovando conforme cruzamos los puntos de control. Como ya dije, el juego está basado en la carrera de las 24 horas de Le Mans, lo que significa que comenzaremos a correr de día pero que, poco a poco, todo se irá oscureciendo y así permanecerá hasta que vuelva a salir el sol. La falta de visibilidad, a pesar de que haya elementos como los carteles de dirección que mantienen su brillante color blanco, nos pondrá en situaciones de lo más complicadas y si a todo esto sumamos la cada vez mayor presencia de oponentes, los cuales a veces llegarán a ocupar todo el ancho de la pista, todo ello junto convierte nuestro periplo en una odisea, para mí, muy emocionante pero casi imposible de concluir.
Si lo descrito os parece duro, imaginad lo que supone jugar a este juego con el mando de la GX4000, cuyos dos botones no son planos pero tampoco convexos (redondeados con un centro más prominente), sino cóncavos, lo que significa que su zona central es más baja, formando por tanto un ligero borde que, si jugamos durante largo tiempo, se nos terminará clavando en la yema del dedo. La cruceta es más benevolente pero cuenta igualmente con finos bordes y ángulos que también pueden dejar su señal además de cierto grado de molestia y/o dolor.
Volviendo al juego en sí, resulta evidente la superior potencia de la GX4000 en comparación con lo que podía ofrecer el propio Amstrad. Los coches, en especial el nuestro, muestran un alto nivel de detalle, la sensación de velocidad está muy bien conseguida al igual que el ciclo día/noche y todo transcurre de una manera «suave» y sin el menor problema. «Burnin’ Rubber» fue, sin duda, mi juego preferido hasta que llegó Purple Saturn Day, otra obra de arte de la que ya hablé no hace mucho (para el que no lo leyó entonces, aquí os dejo el enlace al artículo), pero no obstante sigue ocupando un lugar especial. Por desgracia, y al igual que el propio ordenador, ya no conservo el cartucho del juego pero espero poder recuperar todo algún día.
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Uff que tiempos jaja, se me da un aire al chase hq mezclado con el Out run. Aunque yo era más de batman y head over heels. Tenía el amstrad PCW y para piratear los juegos tenía que ir a casa de un amigo que tenía un cpc y el «copyOn» (creo que así se llamaba el programa que servía para grabarlos).
Buen blog, saludos
Sí, mucho ha llovido desde entonces. Gracias por pasarte, Carlos. Saludos.