Juegos cancelados los ha habido y habrá siempre, y muchas pueden ser las razones que lleven a sus responsables a tomar esa decisión. Lo que no suele suceder es que alguno de estos trabajos sea rescatado del olvido, completado y lanzado al mercado para sistemas posteriores como ha ocurrido con Clockwork Aquario, creado originalmente por el desaparecido estudio Westone y que ahora, casi 30 años después, ha visto finalmente la luz gracias a Inin Games.
La historia de Clockwork Aquario versa sobre el clásico villano que desea hacerse con el control del mundo, tarea que un grupo de héroes ha de impedir. El malvado Dr. Hangyo y sus secuaces, tras hacer de las suyas por todas partes, descubre que el intrépido Huck Londo, la hechicera Elle Moon y un corpulento robot llamado Gush se aproximan a su base, situada en lo más profundo del océano, a bordo de un submarino. En este punto es donde dará comienzo la aventura.
Como todo buen arcade, la mecánica de Clockwork Aquario es sencilla de aprender, no así de dominar, y se basa principalmente en saltar y atacar. Algo que será fácilmente comprobable por los jugadores durante esos momentos en los que la acción se intensifique y obligue a emplearse a fondo para no solo superar el nivel sino hacerlo, además, en las mejores condiciones posibles de puntuación, salud, número de vidas y créditos disponibles.
El título basa su dificultad precisamente más en el número de créditos que podemos utilizar que en variar los retos y cantidad de enemigos a los que hacer frente. Ello se debe a que todos los personajes, independientemente de unas características propias que hacen que el manejo varíe ligeramente de uno a otro, solo pueden recibir un impacto antes de morir. Se puede, no obstante, recuperar salud mediante el item correspondiente (la clásica poción), además de obtener vidas adicionales si conseguimos las gemas que irán rellenando la «barra» ONE UP.
Clockwork Aquario se muestra como un juego colorido y con gran atención al detalle, con un estilo gráfico que recuerda a títulos de la saga Wonder Boy como Monster Lair. Los distintos pero escasos niveles presentan diseños variados y están repletos de vida. Y si bien el conjunto ya se ve bien de manera predeterminada, quienes busquen algo más clásico pueden hacer uso de un filtro que emula las viejas pantallas CRT.
Las melodías son muy animadas y ambientan perfectamente la acción. También cimentan la simpatía que desprende un título que carece de todo diálogo hablado y limita las voces a los gritos que cada uno de los protagonistas lanza al atacar o saltar. En cuanto a los textos, los subtítulos que aparecen tanto en la secuencia de introducción como la del final sí están traducidos, al contrario que los créditos, que se muestran en japonés.
Clockwork Aquario demuestra su condición de juego pensado para el mercado recreativo al ser una propuesta ágil, visualmente atractiva pero también bastante breve, demasiado tal vez si se la compara con otros títulos de la época. Cabe la posibilidad que ello se deba a que Inin Games, el estudio que lo ha devuelto a la vida, no haya podido disponer de todo el material original.
Cuando supe de este título, me sedujo la posibilidad de disfrutar de algo que, tras tanto tiempo, había permanecido inédito. Sentimiento este que, imagino, compartirán muchos de quienes eran jugadores más o menos habituales en la época en qué se desarrolló. Es por esto que no dudé en adquirirlo y hacerlo, además, en formato físico para poder conservarlo.