Hammerin’ Harry

Hammerin’ Harry

Todos sabemos lo que un buen arcade debe ofrecer para ser considerado así. Aquí los gráficos ya no son algo tan importante aunque si son atractivos mejor que mejor, claro está. Tampoco la dificultad del juego en cuestión es clave pero no tiene que ser ni demasiado fácil ni demasiado difícil, si bien existen clásicos como Ghosts ‘n’ Goblins cuya fama reside precisamente en esto último. Pero lo que de verdad hace que un juego se convierta en una joya que recordaremos por siempre son dos cosas: su jugabilidad y el carisma que desprendan sus personajes, en particular el que nosotros manejamos. Y de ambos este Hammerin’ Harry va más que sobrado.

La historia de Hammerin’ Harry comienza cuando el protagonista descubre, tras una dura jornada de trabajo, que una empresa de construcción ha demolido su casa, reduciéndola a escombros. Es entonces cuando nuestro héroe, armado con un grueso mazo de madera, decide buscar justicia recorriendo para ello enclaves tales como obras, el puerto e instalaciones subterráneas donde, al final de cada zona, nos habremos de enfrentar a «jefes» que tendrán cada uno sus propias rutinas de movimiento y ataque que habrá que descubrir y aprender para poder derrotarlos.

Este juego, como tantos otros de la época, basa su dificultad en el hecho de que no podremos recibir un solo impacto salvo que llevemos puesto el casco, que es uno de los varios items que podremos coger a lo largo de la partida. Otros son una guindilla, que dará a nuestro personaje un aspecto más enrojecido además de aumentar su velocidad de ataque, unos pantalones de color azul que permiten saltar mucho más alto de lo habitual y el clásico «Pow» que, como su nombre indica, hará crecer nuestro poder con un mazo gigante. Pero de nada nos servirán todas estas ayudas si carecemos de la habilidad necesaria para ir superando los retos que nos encontremos, que serán muchos y variados.

Ya he comentado que el aspecto visual de Hammerin’ Harry derrocha carisma por los cuatro costados y es que estamos ante un juego muy bien presentado, con multitud de sprites de estilo simpático y con abundante detalle, al igual que los diferentes escenarios. Sin embargo, si algo se nos quedará grabado casi desde la primera partida que juguemos será su música, en especial la del primer nivel y, sin dejar de lado el sonido, ese «Ouch!» que escucharemos cada vez que perdamos una vida al mismo tiempo que el protagonista llora y expresa dolor durante un leve instante antes de desaparecer de la pantalla o el no menos famoso «Let’s get busy!» de inicio.

Hammerin’ Harry es un clásico que engancha. Poco importa que nos atranquemos en cualquier punto porque, a pesar de la frustración que sintamos, siempre volveremos a intentarlo. Personalmente, en su momento gasté muchas monedas en alguno de los salones recreativos donde tuve la fortuna de verlo y siempre pensé en lo chulo que estaría poder disfrutar de una conversión doméstica. Por desgracia esta no llegaría a ninguno de los sistemas que tuve entonces y no ha sido hasta que la emulación lo ha hecho posible que he podido, como muchos de vosotros, volver a jugar a esta maravilla que, casi treinta años después de su aparición, sigue siendo tan divertida como el primer día.

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