El año 1995 fue muy especial para los seguidores de Sega. En dicho año llegó su flamante nueva consola de 32 bits, la Saturn, y con ella un buen número de nuevos juegos, algunos procedentes de los salones recreativos y otros, como el que nos ocupa, en exclusiva para el mercado doméstico. Creo que pocos en la compañía imaginaron que aquella propuesta de acción sobre raíles terminaría convirtiéndose en una saga tan sumamente querida y respetada en la comunidad gracias a su jugabilidad arcade pero también por su ambientación única, mezcla de tecnología y ancestralidad, que nos conquistó.
Panzer Dragoon nos sitúa en un mundo apenas poblado por un ser humano que lucha por sobrevivir no solo contra los elementos y las criaturas que habitan una tierra desolada. También lo hace contra sí mismo pues una parte, ávida de poder, se ha erigido en un imperio que busca hacerse dueño de todo y, para ello, no duda en emplear cualquier medio a su alcance, incluida una tecnología antigua de un poder inimaginable que es sobre la que se sustenta toda la historia y el propio universo del juego.
En Panzer Dragoon nuestro protagonista es un cazador llamado Keil que se ve de pronto envuelto en una guerra que acabará haciendo suya cuando, herido de muerte, el jinete de un dragón azul acorazado (de ahí el nombre del juego) le suplica antes de morir que derrote a su enemigo, otro dragón de enorme tamaño, y destruya la torre de la que mana todo su poder. Keil no dudará en tomar el arma del jinete e, invitado por el propio dragón a subir a su lomo, emprenderá la búsqueda de su objetivo.
De esta forma da comienzo el primero de los siete niveles que constituyen Panzer Dragoon, en los que nuestro objetivo será apuntar y disparar contra todo aquello que suponga una amenaza. El avance se realiza sobre raíles, es decir, que no tendremos la necesidad de controlar al dragón pero sí deberemos vigilar nuestro alrededor ya que seremos atacados no solo por delante sino también por detrás y por ambos lados. Para combatir cada flanco podremos girar la cámara en movimientos de 90 grados, con lo que siempre los tendremos de cara y será posible acabar con ellos bien con el arma antes mencionada o con los haces de energía que nuestro dragón podrá concentrar si mantenemos pulsado el botón de disparo mientras pasamos el punto de mira sobre los enemigos. El radar situado en la parte superior derecha nos ayudará a anticipar su llegada.
Al final de cada nivel nos aguardará un rival más grande y fuerte que nos obligará a emplearnos a fondo para destruirlo. Una vez conseguido, se nos mostrarán las estadísticas del nivel con el porcentaje de acierto y el número de enemigos que han escapado. También, y solo si hemos sido lo bastante buenos, obtendremos créditos con los que poder continuar desde el inicio del nivel si nos matan. A esto hay que añadir que si lo jugamos en dificultad «fácil» solo podremos llegar hasta el cuarto nivel porque, una vez pasado, aparecerá un mensaje en el que se nos invitará a jugar de nuevo en «normal» si queremos ir más allá. Si finalmente perdemos todos los créditos, el juego terminará y nos tocará comenzar de cero, ya que no es posible guardar nuestro avance.
A nivel técnico, Panzer Dragoon luce unos gráficos sumamente cuidados y detallados si tenemos en cuenta, claro está, que hablamos de un juego de los primeros de su clase. Los escenarios, que hoy nos pueden parecer vacíos, son muy variados y reflejan a la perfección el mundo en el que se desarrolla la acción. Todo se mueve con bastante suavidad incluidos los jefes de cada nivel a pesar de su enorme tamaño, llegando a ocupar en ocasiones más espacio que el que la pantalla puede abarcar. Esto dota a dichas batallas de una épica fantástica, la cual se acrecenta gracias a una sublime banda sonora que, y esto ya es algo muy personal, hace siempre que la escucho que se me pongan los pelos de punta y, no me avergüenza confesarlo, termine derramando algunas lágrimas, en especial con el tema principal.
Pero hay otro aspecto relacionado con el sonido que hace especial y único a Panzer Dragoon: la lengua de sus habitantes, creada a partir de idiomas reales, denominada «panzerese». Todos los diálogos del juego están grabados en esta lengua inventada, por lo que se agradece la inclusión de subtítulos que permiten seguir la trama. De hecho, esto es así para todas las entregas a excepción de «Saga» pero de esto último ya hablaré cuando llegue el momento de reseñar dicho juego.
Panzer Dragoon puede ser considerado a día de hoy como un juego quizá demasiado simple en cuanto a su planteamiento por el hecho de que no sea posible poder controlar toda la acción, pero su historia cautivadora y genial ambientación hacen de él y de toda la saga algo muy especial. Sin embargo, como suele suceder con muchos otros títulos además de con múltiples obras de otros ámbitos como el cine, la música o la televisión, seguro que solo será apreciado por quienes lo vivimos y disfrutamos en su época. Es, como me gusta decir, «hijo de su tiempo» y lo aquí descrito, que para algunos lo hará grandioso y para otros lo convertirá en algo horrible, es en definitiva lo que lo distingue del resto y lo hace, como he remarcado, único no solo dentro del catálogo de Saturn sino en el propio mundo del videojuego.