El destino del planeta Tierra, y por ende de toda las formas de vida que lo habitan, depende de un botón de rebobinado. Dicho así puede sonar raro pero esta es, de una manera muy resumida eso sí, la premisa de The Entropy Centre, un título del género puzzle claramente influenciado por obras anteriores que hoy analizaré para vosotros en el blog.
Un gran cataclismo ha destruido nuestro mundo y desde la base del Entropy Centre situada en la Luna, Aria, la protagonista de esta historia, debe activar el sistema que lo «reboninará» en el tiempo para tratar de evitarlo. Este sistema funciona con energía entrópica, que se obtiene mediante la continua resolución de una extensa serie de puzzles en los que, como ya se avisa en la propia descripción del juego, hay que pensar a la inversa para superarlos.
Para lograrlo, Aria cuenta con la ayuda de Astra, una inteligencia artificial instalada en el «arma» que usamos para mover los diversos objetos y activar mecanismos. No será la única presencia dentro de la base, pues también encontraremos bots entrópicos, pequeños robots de simpática apariencia que no obstante, salvo cierta excepción, esconden oscuras intenciones.
Mientras resolvemos los no pocas veces enrevesados rompecabezas, iremos conociendo poco a poco lo acontecido gracias a la información guardada en aquellos terminales informáticos que todavía estén funcionando y en algunas diapositivas.
El manejo de Aria es muy simple y se limita a su propio desplazamiento sin otra posibilidad que la de caminar, a una capacidad de salto casi nula y a las acciones necesarias para interaccionar con todos los elementos de los puzzles (sea para coger, soltar, lanzar y rebobinar el tiempo), así como para abrir aquellas puertas que lo permitan y leer los correos de los terminales.
A nivel gráfico, The Entropy Centre presenta los ya clásicos entornos abandonados, repletos de escombros y basura dejada por los antiguos moradores del lugar, invadidos por una naturaleza fuera de control. Todo se mueve con suavidad, si bien se aprecian leves fallos de carga en las texturas de objetos menores.
La física queda reducida al movimiento de la protagonista y los objetos manipulados, dado que aquellas partes de los escenarios susceptibles de ser destruidas (y luego recompuestas) parecen tener definida de antemano su manera de romperse y caer. La iluminación general es buena y lo más destacado serían algunos reflejos en tiempo real en determinadas superficies como suelos de mármol o paneles de cristal (el del «arma» es un buen ejemplo).
En lo sonoro, diversas melodías evocan esa sensación de soledad que nos acompañará en todo momento pese a los muchos momentos en los que, con voces en inglés pero textos traducidos, conversaremos con Astra a lo largo de la aventura, si bien también nos pondrán en tensión en momentos puntuales. El resto de efectos simplemente cumple su cometido.
The Entropy Centre es un muy buen juego de puzzles que ofrece una vuelta de tuerca al género tan original como la historia que les sirve de pretexto. Cualquiera que en su momento disfrutara de obras como Portal o, más recientemente, The Turing Test o Relicta, hallará seguro en este título una excelente alternativa.
No sé qué tengo últimamente con esta clase de juegos que, pese a que sé de antemano que en algún momento voy a sufrir, me lanzo de todas formas a sumergirme en su propuesta. Todos los que he mencionado en el párrafo anterior han pasado por mis manos y siempre he terminado desquiciado por la enorme complejidad de muchos de los desafíos pero ahí sigo, disfrutando de ellos. Será que soy algo masoquista o que me gusta calentarme la cabeza en esta clase de cosas de la misma manera en que lo hago con otros pasatiempos más clásicos. En definitiva, The Entropy Centre ha sido una grata experiencia a la que, sin duda, volveré en el futuro.