Es la última polémica que ha sacudido el mundo de los videojuegos, y que tiene visos de ser una de las más importantes en cuanto a la repercusión a nivel mundial que está llegando a tener incluso en las altas esferas políticas de países como por ejemplo Bélgica, cuyo gobierno ya ha mostrado su extremo rechazo a este elemento por considerarlo un juego de azar camuflado y ya han anunciado que trabajarán para conseguir que sean prohibidas en toda Europa. Por otra parte, países como Reino Unido o Australia abogan por establecer una regulación para este tipo de contenido con el fin de que los menores, en especial los niños, no se vean sumidos en la espiral de consumo que puede suponer la compra reiterada de estas tristemente famosas «cajas de botín» o de recompensa.
La protección de ciertos grupos de consumidores ante un producto claramente adictivo es algo digno de elogio pero no conviene olvidar que el quid de la cuestión, el objetivo final no ha de ser otro que dar un severo toque de atención a todas las compañías que abusan de estos «extras» porque si bien es cierto que existe una amplia oferta de juegos gratuitos que emplean métodos parecidos para obtener beneficios, no olvidemos que en casos como «Overwatch» o el más reciente «Star Wars Battlefront II» el usuario ya ha pagado previamente un precio nada despreciable por adquirir el título en cuestión, con lo que el coste final se puede disparar y mucho si se hace uso de las susodichas cajitas.
Habrá quien argumente que son algo de lo que se puede perfectamente prescindir y tendría razón. Las «cajas de botín» no son necesarias para jugar pero también es innegable que no todo el mundo va a tirarse horas y horas a la espera de que aparezca el arma o la apariencia de turno que está buscando si tiene la oportunidad de conseguirla con menos esfuerzo, máxime si además te ofrece ciertas ventajas con respecto a quienes no las tengan. No nos engañemos, aunque el llamado «pay to win» (pagar para ganar) no se dé en todos los juegos, en los que se da existe un claro desequilibrio entre quienes tiran de cartera y los que no, y las «cajas de botín» ayudan a abrir aún más si cabe esta brecha entre jugadores «de primera» y «de segunda», por lo que la solución pasa (o debería pasar) por erradicar cualquier cosa que lleve a esto.
Porque lo peor es que, a diferencia de los también polémicos aunque aceptados «DLCs» (contenidos descargables) y «pases de temporada» que compras a sabiendas de lo que son y pagas solo una vez, las «cajas de botín» funcionan de una manera aleatoria muy similar a como lo hacen, por ejemplo, los sobres de cromos que todos de niños hemos comprado en una tienda y que todavía se siguen vendiendo. De hecho hay quien, ante dicha semejanza, defiende la existencia y uso de las cajas sin darse cuenta de que sí, los cromos también son aleatorios y siempre habrá unos cuantos que sean difíciles de conseguir pero al menos estos son objetos físicos que brindan la oportunidad de ser intercambiados entre usuarios y que dan además ese plus de socialización, tan necesaria sobre todo a edades tempranas, mientras que los elementos que aparecen en una de estas cajas sorpresa, si ya los tenemos, ¿qué podemos hacer con ellos? Hasta donde yo sé, nada de nada, lo que convierte esa inversión en una lotería absoluta y como tal debería de ser regulada o, mejor aún, erradicada de un tipo de entretenimiento que nunca ha tenido nada que ver con el mundillo del azar… hasta ahora.
No hace mucho leí que un analista dijo que las «cajas de botín» habían llegado para quedarse, que había que aceptarlo así. Pues mire, señor analista, no estoy de acuerdo, y como yo hay varios gobiernos y, lo más importante, un gran número de usuarios que no están dispuestos a que eso suceda. Ya ha quedado demostrado que tenemos el poder de hacer que cualquier cosa se implante o no, como sucedió hace años durante la presentación de la primera Xbox One y cuyo fracaso al querer imponer conexión continua obligatoria y ausencia de soporte físico entre otras cosas le costó el puesto a Don Mattrick, entonces jefe de la división XBox y cabeza pensante de semejantes despropósitos. Por lo tanto, y a pesar de que hay más cosas de la «era moderna» que también deberían haber sufrido el mismo destino, está claro que los jugadores somos los primeros que tenemos que plantarnos y decir «hasta aquí» porque si no lo hacemos le estaremos dando la razón a ese analista antes mencionado y a todo aquel que se sienta bien con esta nueva forma de obtener ingresos más allá de la venta de los juegos. Y si finalmente las «cajas de botín» se quedan entre nosotros y se convierten en algo habitual, ¿qué será lo próximo que vendrá a sacudir de nuevo los bolsillos de los jugadores de todo el mundo?