La noticia saltó hace muy poco: la versión para ordenador del juego Crash Bandicoot 4 se vio afectada por una reciente caída de servidores que sufrió Blizzard, ya que el susodicho título solo está disponible a través de la plataforma Battle.net. La causa al parecer fue la inclusión en el código del polémico sistema anti piratería DRM que, en este caso, obliga al usuario a permanecer conectado a la red para poder llevar a cabo la verificación continuada del software…
Como era de esperar, no son pocos los que han puesto el grito en el cielo al enterarse de que un juego como este, sin opción online alguna, requiera en este caso de una conexión permanente para poder ser jugado. He podido leer comentarios a este respecto que no dejan en buen lugar dicha práctica ni, por supuesto, a Activision pero lo de verdad preocupante es que ninguno profundiza en la cuestión que voy a plantear a continuación y que puede que haga que más de uno reflexione a su vez sobre el presente actual y el futuro que nos espera.
Es cierto que muchos videojuegos no requieren del uso de Internet y que, por tanto, no tiene sentido que se vean afectados si este falla pero no lo es menos que ya estamos conectados de una manera permanente a la red para muchas otras cosas por lo que tampoco debería suponer un gran sacrificio (o tal vez sí, depende de cómo se mire). Por otra parte no hemos de olvidar que el futuro tiende a eso, a jugar siempre conectados. Lo he comentado en muchas ocasiones: el juego en streaming irá poco a poco ganando terreno conforme la tecnología avance, de la misma manera que lo ha hecho el mercado digital durante los últimos años. Es algo que por mucho que algunos se empeñen no puede ser detenido y a lo que habrá que acostumbrarse si se quiere seguir al día en este mundillo.
Quiero decir con esto que quejarse de que un juego como Crash Bandicoot 4 quede inaccesible por causas ajenas al mismo es algo lógico y normal… todavía. Sin embargo, llegará un momento en el que no sea así porque todo pasará por la red y, por tanto, todo será susceptible de verse afectado cuando el soporte, en este caso un servidor, deje de funcionar. Sé que no es lo que a muchos, y me incluyo, nos gustaría pero los derroteros van en esa dirección y solo hay dos opciones: adaptarse o irse para otro lado.
Claro que no tendríamos que elegir si desde el principio todos hubiéramos sido conscientes de los «problemas» que podrían darse durante la utilización de un servicio ligado a Internet, los cuales por otra parte no son tampoco algo por lo que debamos rasgarnos las vestiduras, dado que suele ser por fortuna algo más ocasional que habitual. La tecnología, como todo, tiene su parte buena y su parte mala, y toca convivir con ambas. ¿O acaso no dejaríamos de jugar igualmente si se nos estropea la consola o el ordenador y no por ello se acaba echando pestes sobre ambos?
Tal vez haya que aprender a ser más paciente con ciertas circunstancias o, mejor aún, tratar de que éstas no lleguen a darse si vamos a estar incómodos con ellas…