Esa es la palabra que, creo, mejor define todo lo que está pasando en torno al uso de la inteligencia artificial generativa en el desarrollo de videojuegos, algo que por supuesto no sucede solo en este ámbito. Su aplicación genera incertidumbre de cara al futuro de quienes, hasta la fecha, viven de su trabajo en diversas áreas que ahora ven peligrar por el comprensible temor a ser sustituidos por programas informáticos que lleven a cabo sus tareas en menos tiempo y, por tanto, con menor coste para las empresas. Pero no son los únicos…
También una gran parte de los propios usuarios se muestra recelosa a tenor de algunos ejemplos que ponen en cuestión la eficacia de este modelo frente al trabajo humano, si bien es cuestión de tiempo que dichos fallos sean poco a poco menos habituales gracias precisamente a humanos que irán mejorando estas herramientas. Por ello es que, aun con todo, no pocos apuestan fuertemente por su aplicación, siendo Xbox tal vez la que más recursos está invirtiendo en ello.
Realmente estamos frente a un problema que, como sociedad, hemos afrontado muchas otras veces y que se volverá a presentar cada vez que aparezca algo que, por sus posibilidades a futuro, genere un cambio notable en nuestros consolidados hábitos. Ocurrió en el pasado, por ejemplo durante la Revolución Industrial e incluso con la expansión de Internet y ya, en tiempos más recientes, la de un formato digital que ya ha condenado a su contrapartida física a su casi total desaparición de aquí a pocos años.
Sin duda alguna, durante la transición muchos sufrirán consecuencias indeseadas por culpa de la inteligencia artificial pero no por su mera existencia sino por el uso que de esta se haga. Como cualquier otra herramienta, física o digital, la inteligencia artificial no ha sido creada con el fin último de sustituir al ser humano sino para hacer más fácil su labor, acelerando procesos que le ahorren tiempo y dinero. De hecho, a día de hoy pocos son los programadores que no la utilizan y no hay más que darse una vuelta por la red para percatarse de la creciente cantidad de imágenes generadas artificialmente que encabezan multitud de artículos en medios de prensa, algo a lo que este mismo blog no es ajeno.
Lo que esto nos demuestra es que, por mucho miedo que pueda haber, el progreso es imparable. Así, donde unos ven problemas, otros atisban soluciones y oportunidades, y lo único que a la larga vamos a poder (y deber) hacer el resto es adaptarnos a él como siempre hemos hecho. Ahora bien, ello no exime de hacer un buen uso del mismo si bien también resulta evidente que, por mucho que se avanza, volvemos a tropezar una y otra vez en la misma piedra. Dicho de otro modo, terminamos pervirtiendo las nuevas herramientas al utilizarlas con fines poco o nada honestos y/o sensatos. Ahí están las redes sociales como prueba inequívoca de esto…
¿Pasará lo mismo con la inteligencia artificial? Muy probablemente, pero la alocada carrera por la supremacía en dicho ámbito que disputan numerosas compañías ha hecho que, como tantas otras cosas, la I.A haya venido para quedarse, con sus pros y sus contras. Y por mucho que disguste la idea a algunos, cuanto antes lo aceptemos mejor nos irá.
Por mi parte siento cierta curiosidad por ver hacia donde nos llevará todo esto. ¿Veremos grandes títulos generados de manera íntegra y exclusiva por sistemas de inteligencia artificial? A día de hoy se me antoja algo muy lejano pero la tecnología avanza muy rápido (quizá demasiado) y no es para nada descabellado pensar en dicha posibilidad. Máxime cuando figuras de relevancia como Elon Musk ya han dejado claras sus posturas a este respecto aunque, como se suele decir, del dicho al hecho hay un gran trecho.
Como siempre, lo que tenga que venir vendrá pero yo al menos no tendré reparo alguno en disfrutar de aquellos videojuegos que me gusten independientemente de la condición, humana o artificial, de los responsables de su desarrollo.
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