Las consolas de videojuegos llevan con nosotros muchos años. Algunas no tuvieron éxito o fue escaso, otras tuvieron su público y las por decirlo así ganadoras tuvieron y tienen millones de seguidores en todo el mundo. Y precisamente su fama es lo que hizo nacer a esas otras «consolas» que tienen su misma apariencia pero que por dentro son algo totalmente diferente. Hoy quiero hablaros de algunas de esas máquinas «copia» que se venden a muy bajo precio y normalmente en el mercado asiático, si bien no son pocas las que han llegado a diversos puntos del globo. Pero antes de entrar en materia, hagámonos esta pregunta: ¿cómo es posible que existan estas máquinas?
Bien, no puedo daros una respuesta detallada pero lo que sí sé, al igual que muchos de vosotros, es que las consolas de las grandes compañías se fabrican en su práctica totalidad en China y otros países de la zona. Con esto quiero decir que los diseños de las máquinas, antes o después, acaban filtrándose a terceras personas o empresas que los aprovechan para llamar la atención sobre aquellos potenciales compradores que, sin saberlo y solo atendiendo a un precio llamativamente bajo, tal vez se hagan con ellas. A este respecto puedo hablar de un caso indirectamente personal, el de una prima mía que en su momento compró para sus hijas, que entonces eran pequeñas, una copia de la NES con uno de esos famosos cartuchos de un montón de juegos que luego, realmente, eran cuatro o cinco con multitud de versiones de cada uno. Cierto es que ahora, con Internet, es más difícil que nos cuelen un producto de estas características a no ser que sea lo que busquemos por motivos de coleccionismo o cualquier otra razón pero siguen existiendo y eso es señal de que alguien, en alguna parte, las sigue comprando…
La NES «espacial»
Mi memoria no llega a tanto pero creo que esta máquina no es aquella de la que acabo de hablaros, ya que esta NASA (de ahí lo de «espacial») no fue la única consola copia de la original de Nintendo. Por lo poco que he podido ver fueron varios los modelos que vieron la luz en los diferentes mercados. Algunas llevaban el mencionado cartucho de un montón de juegos y otras, como la de la imagen, uno con solo unos pocos. Lo más curioso a mi juicio fue que en ciertos casos existiera una compatibilidad con el sistema original, lo que supone una clara violación de las patentes de la compañía japonesa la cual imagino que ya en su momento, sabiendo cómo han sido siempre de protectores con sus cosas, lucharía como seguro lo sigue haciendo contra la proliferación de unas consolas mucho más económicas que podían hacer funcionar sus juegos perfectamente.
Sega tampoco se libró
El éxito en aquellos años no era solo patrimonio de Nintendo. Sega también disfrutó de sus beneficios y padeció las mismas consecuencias como bien prueba la imagen que encabeza este párrafo. Desconozco no obstante si en este modelo o en otros que seguro aparecieron durante aquellos años y que tomaban tanto el aspecto de la Mega Drive como el de la Master System se daba la mencionada compatibilidad con los juegos originales pero no sería extraño que así fuese. Por desgracia, mi experiencia personal con estas máquinas y con las que voy a comentar a continuación es ninguna, por lo que poco o nada puedo aportar en este sentido pero si alguno de vosotros ha tenido la fortuna (o la desgracia, según se mire) de poseer una de estas «consolas», invitado queda a compartir sus vivencias…
Una copia casi tan famosa como el original
Creo que pocos de quienes vivieron en su plenitud la década de los 90 del pasado siglo y conocieron por tanto las consolas de 32 y 64 bits no tuvieron ellos mismos o a alguien a su alrededor que no tuviera la «Play». Sony llegó y arrasó con su primera máquina, lo que hizo inevitable la aparición de la copia de turno. PolyStation, vista de lejos (pero mucho), podía pasar por la original pero bastaba con prestar un poco de atención para darse cuenta de las diferencias. Por supuesto no estábamos ante una máquina de 32 bits ni hacía uso de un lector de discos para sus juegos sino que estos venían, como era habitual, en el tradicional cartucho cuya ranura de conexión se hallaba justo en el centro del aparato, debajo de la tapa. No quiero imaginar la cara de aquellos que la compraron, la conectaron a su televisión y al ponerla en marcha comprobaron estupefactos que el producto adquirido distaba mucho de lo que habían visto en las revistas o en casa de algún amigo…
Las actuales tampoco permanecen ajenas
¿Pensáis que Internet y toda la información que allí se puede encontrar, y que es lo que más claramente diferencia aquellos años del hoy, iba a impedir que las consolas de las grandes compañías tuvieran sus «versiones alternativas»? Pues no, ni PlayStation 4 ni Xbox One han escapado al ojo de los clonadores, si bien en este caso se ha dado una curiosa relación porque la máquina de la que voy a hablaros parece, en efecto, una mezcla de las otras dos. Ouye, que es como se llama esta máquina, toma su nombre de la también tristemente famosa OUYA, aquella consola para juegos Android que se financió vía KickStarter y que acabó siendo un desastre porque no cumplió todo lo que de ella se esperaba y lo poco que sí tuvo tampoco lo hizo muy bien. Ouye también es producto de una campaña de «crowdfounding» y se basa igualmente en un sistema Android con sus propias características. Sin embargo, lo que más choca es ver como en la compañía que decidió crearla no se cortaron un pelo a la hora de copiar descaradamente los diseños externos de sus «competidoras» (y lo entrecomillo porque realmente no hay color entre una y las otras).
Todos estos casos y los muchos que me he dejado en el tintero por falta de espacio y también para no hacer este tema demasiado pesado al lector reflejan una cruda realidad, la de la existencia de empresas que sin el menor escrúpulo copian a otros para enriquecerse pero también evidencia lo que comenté antes acerca de la fabricación de nuestras consolas favoritas y por supuesto de un sinfín de aparatos electrónicos y muchos otros productos, que se realiza principalmente en China y países del entorno, donde la mano de obra y los materiales son bastante más baratos. Esto, claro está, no exculpa para nada a quienes filtran o directamente roban los diseños pero es evidente que dejarlos en manos de quienes se han convertido en maestros de la reproducción y posterior venta a bajo coste de estas copias «legales» tampoco deja en muy buen lugar a las «víctimas»…
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