Los tiempos cambian y la forma de pensar también. Es por eso que, guste o no, los jugadores de hoy no ven las cosas de la misma forma que los de mi época.
Cada vez hay más oferta y más gente dispuesto a consumirla. Ello ha llevado a una masificación que está desvalorizando los juegos tanto en lo económico como en lo emocional.