Influencia, imaginación e inmersión

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Los videojuegos, un ocio que llegó a nosotros a principios de los años 70 y que, poco a poco, fue ganando adeptos hasta convertirse, para bien y para mal, en lo que es hoy. Creados con el noble fin de entretener, han evolucionado para brindarnos, en numerosos casos, experiencias e historias dignas de la mejor película o novela del momento. Influyentes, imaginativos e inmersivos, son capaces de ofrecer mucho más que mera diversión, dependiendo del juego en cuestión y de la persona que a él se ponga a jugar.

Si hablamos de influencia, esta queda patente en lo que rodea a las producciones cuyos personajes logran atravesar la frontera que existe entre ficción y realidad. Son muchos los jugadores que se aferran a ellos y los hacen formar parte de sus propias vidas en distinta forma según su grado de afinidad y sus posibilidades. Un ejemplo muy llamativo de esto es el de los “cosplayers”, hombres y mujeres o, más bien, chicos y chicas que dedican buena parte de su tiempo y recursos a recrear, con la mayor fidelidad posible, el atuendo y apariencia de uno de sus personajes favoritos. Pero uno puede también sentirse influenciado por uno o varios juegos de muchas otras formas y, entre otras cosas, acabar adquiriendo todo o buena parte del “merchandising” relacionado o incluso llegar a ver cambiada la propia forma de pensar y de ver el mundo real a causa de lo vivido en el juego, siendo esto último algo que, pienso, está al alcance de muy pocos…

Si hablamos de imaginación, los juegos que son hoy considerados “retro”, los más arcaicos, tienen todas las de ganar frente a las grandes producciones actuales porque estas últimas presentan un aspecto tan sumamente realista que no anima al jugador a crearse su propia imagen del mundo en el que se encuentra. Por ello, al igual que en un libro que carece de dibujos o fotografías es el lector el que las crea con su mente, en un juego donde el héroe o heroína de turno no está formado más que por un puñado de puntitos de colores unido de una forma más o menos reconocible es el que juega el que debe poner el resto si así lo desea. Quienes lo tienen más fácil a la hora de poner esto en práctica son los niños de corta edad, cuya capacidad de imaginación supera con creces la de un adulto normal y ven gracias a ella cosas que nosotros jamás podremos ni atisbar.

Y si hablamos de inmersión, aquí entraría todo juego, antiguo o moderno, que cuente una historia que atrape a quienes en ella se adentran. No importa si esta es profunda o sencilla, larga o corta, épica o cotidiana si durante el lapso de tiempo que la vivamos nos olvidamos de todo lo demás, si queda grabada a fuego en nuestra memoria. Es por ello que algunos juegos de los considerados “indie”, los cuales por razones obvias no pueden normalmente competir de tú a tú con las licencias de muchos grandes estudios en términos de potencia técnica, se valen entonces para destacar de una buena jugabilidad, mecánicas originales o, como digo, de una historia y un mundo en los que el jugador se vea sumergido desde el principio hasta el final.

No obstante, en la actualidad hay que hablar de otra forma de inmersión, la que ofrece la realidad virtual que busca que seamos los protagonistas, situándonos para ello en el centro mismo de la acción. He de decir que no he tenido ocasión de probar por mí mismo dicha tecnología, por lo que no puedo comentaros nada concreto al respecto pero por los testimonios de quienes sí lo han hecho parece que dicho objetivo se cumple y con creces. En este punto tengo que decir que, como todo, un exceso de inmersión que nos aleje por completo de la realidad que nos rodea tampoco es bueno en según que casos pero juzgar esto ya depende de cada uno. Efectos como el mareo producido por la falsa sensación de movimiento son otro factor a tener en cuenta, aunque imagino que al final solo será cuestión de acostumbrarse a su uso…

Realmente no creo que haya un aspecto de los aquí descritos que reine sobre los demás, si bien uno puede llevar a otro y este al siguiente pues a más imaginación, más inmersión y, con ella, mayor será la influencia final. Yo, como supongo que muchos de vosotros, tengo esos juegos que me hacen imaginar, aquellos en los que me sumerjo a tope y aquellos que han influido profundamente en mí. Espero que os haya parecido una reflexión interesante y, si queréis hablar de ello y/o de esos juegos que cumplen uno o todos los aspectos de los que he hablado, podéis dejar vuestras opiniones en los comentarios. Hasta el próximo artículo.

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