Equinox

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“En las interminables profundidades del espacio, el asteroide SURY-ANI 7 flota majestuosamente en su órbita.
Los cráteres de la superficie ocultan el peligro que yace bajo ellos, un peligro del que la raza humana, en su intento de colonizar el Cosmos, y su dejadez, son los únicos culpables.
Bidones con deshechos de material radiactivo fueron abandonados por el hombre en SURY-ANI 7. Con el paso de los años y debido a un mal almacenaje, el material radiactivo está a punto de alcanzar su masa crítica y originar una explosión que ponga en peligro todo el equilibrio del Cosmos.
En SURY-ANI 7 todo parece tranquilo, pero tú, el droide dejado al cuidado del asteroide, sabes el gran peligro que acecha en su interior…, y eres el único que puede evitarlo.”

Este es, tal y como aparece en la carátula, el argumento de uno de los juegos más difíciles a los que he tenido ocasión de jugar. A pesar de todo, “Equinox” es una pequeña joya que merece al menos ser probada por su apartado técnico y, por supuesto, por su jugabilidad. Como se describe en el texto, nuestro objetivo no es otro que encontrar los mencionados barriles y almacenarlos como es debido para así eliminar el peligro. Pero lograrlo ya os aviso que no es una tarea sencilla. De hecho, yo jamás he sido capaz de completarlo y es que en el asteroide SURY-ANI 7 hay otros peligros más allá del de la radiactividad.

Y es que no estamos solos en este lugar. Distintas especies alienígenas recorren las instalaciones y si bien no nos atacarán directamente, el simple contacto con las mismas puede, si se prolonga demasiado, hacer que el droide explote y perdamos una de las escasas y valiosas vidas de las que disponemos, y matarlas de poco sirve porque vuelven a aparecer más casi de inmediato. Por otro lado, deberemos tener en cuenta que tanto la munición láser como el combustible que nos permite elevarnos a zonas superiores son finitos y deberemos gastarlos con suma cautela, además de ir reponiéndolo cuando haga falta con los items correspondientes.

En cada nivel habrá que encontrar un barril radiactivo y almacenarlo. Para lograr nuestro objetivo hemos de usar las máquinas de teletransporte, que funcionan con una especie de discos que, ojo, una vez usados (valen para una ida y vuelta) se perderán. Todo está diseñado para hacerse de una sola vez por lo que, si nos equivocamos y, por ejemplo, hemos de usar la máquina antes mencionada más veces de las estipuladas, deberemos conseguir un nuevo disco a cambio de una vida en otra máquina creada ex profeso para ello, lo cual acortará y mucho nuestras posibilidades de éxito.

Hay otros objetos que nos ayudarán en nuestro avance pero eso, una vez descrito lo que creo que es más importante, voy a dejar que lo vayáis descubriendo vosotros mismos cuando juguéis. Ahora me gustaría hablar de su apartado técnico, cuyo resultado es bien visible en las imágenes que acompañan a este texto. El juego luce extraordinariamente bien, sin ningún parpadeo molesto ni parón y el paso de zona a zona se produce de una forma muy rápida. Mención especial para el efecto que se observa cuando hacemos uso del teletransportador, que encoge todo hacia el centro de la pantalla para expandirse a continuación una vez estamos en el lugar de destino.

En lo sonoro, y como era habitual en los juegos de la época, durante la partida solo escucharemos los efectos de sonido del láser, la propulsión al “volar” y las explosiones. La música queda limitada a una única melodía que suena en la pantalla de inicio y que para mí es una delicia que da gusto escuchar por la alegría que transmite.

“Equinox” está entre mis favoritos de Amstrad CPC a pesar de su endiablada dificultad. No puedo destacar nada de él porque es la mezcla de todo lo que ofrece lo que lo hace especial. Es de esos juegos que o lo amas o lo odias pero que no te deja indiferente. Si sentís curiosidad por verlo en movimiento, buscad algún vídeo o, si disponéis de un emulador, probadlo y os daréis cuenta, como lo hice yo cuando lo compré y jugué por primera vez hace ya tantos años, de que es así.

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