Ayer fue el Día de la Hispanidad. Para el que no lo sepa en dicho día se celebra, entre otras cosas, todo aquello que lleva el nombre de este país por todo el mundo con orgullo y los videojuegos no son una excepción. Hace muchos años España fue considerada una auténtica potencia en este sector gracias a una ingente cantidad de grandes clásicos que traspasaron fronteras y que todavía hoy son recordados y admirados por los más veteranos. Hoy otros vienen a reclamar ese trono que quedó vacío con joyas como la que hoy vamos a analizar para vosotros.
Rime, obra de Tequila Works, nos presenta una aventura en la que encarnamos a un niño que deberá abrirse camino a través de un extraño mundo al que ha llegado tras una fuerte tormenta. Sin embargo, el porqué está allí y los secretos que encierra dicho lugar son algo que el jugador irá descubriendo a medida que resuelva los diversos puzzles que el juego plantea a lo largo de varios niveles diferentes, a cual más onírico.
La jugabilidad es muy sencilla pues solo habremos de, además de movernos, saltar, nadar e ir trepando por numerosas zonas con el fin de llegar a la siguiente. Por otro lado, tampoco hay que preocuparse por evitar cometer un error que nos lleve a la muerte ya que no existe una cantidad de vidas limitada y, de fallar, regresaremos de inmediato al mismo punto en el que estábamos con antelación. Rime es, por tanto, un título en el que avanzar se convierte en algo sencillo si no se tiene en cuenta el tiempo que necesitemos emplear para resolver los acertijos en los que a menudo habrá que utilizar elementos como esferas de luz o bloques de piedra dotados de agarres con los que poder desplazarlos en cualquier dirección.
En lo técnico estamos sin duda ante una auténtica delicia sonora y visual. Las suaves y evocadoras melodías que escucharemos sobre todo en aquellos instantes en los que demos un paso más en nuestro avance provocan ese sentimiento de emoción que el estudio ha buscado dar a una historia que se desarrolla en entornos que no persiguen el realismo sino plasmar ilustraciones de cuento dotadas de vivos colores que invitan a soñar. Por supuesto, dicha estética también se aplica a todos los personajes, en especial al protagonista, cuya expresividad basta para transmitir lo que quiere decir en todo momento ya que el juego carece de diálogos, escritos o hablados, pero el resultado final hace que estos no sean necesarios.
Rime es también un título sumamente rejugable y, al finalizarlo, tendremos la opción de elegir entre los diferentes capítulos para tratar de encontrar cualquier secreto que nos hayamos dejado por el camino. Eso sí, puedo decir por experiencia propia que hallarlos todos no será una tarea fácil porque aunque los hay que están a la vista también otros están bastante bien ocultos, y lo mismo sucede con los trofeos/logros que vayamos obteniendo bien sea avanzando o realizando acciones concretas que en ocasiones ni se nos pasarán por la cabeza.
A mí me gustó mucho Rime desde la primera vez que lo vi pero exprimirlo me ha llevado mucho tiempo. Esto no es malo porque siento que he aprovechado muy bien el juego a pesar de que descubrir algunos secretos se me haya hecho algo pesado. Es un título que recomiendo para todo el mundo que busque un reto no demasiado complejo pero lo bastante desafiante como para hacer necesario un esfuerzo en superarlo. Es, además, ideal para niños que ya tengan un mínimo de habilidad manual (de hecho, su PEGI es 7) gracias a la total ausencia de elementos violentos.
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