Hubo un tiempo en el que no nos preocupaba acceder a material antiguo pero todo ello cambió, entre otras cosas, con la llegada de la emulación. Con el tiempo hemos acabado teniendo una ingente cantidad de sistemas emulados que nos permiten disfrutar del contenido añejo aunque no sea en la forma en la que lo conocimos, pero desde hace un tiempo también se ha avanzado en esa dirección logrando, en ciertos casos, una experiencia casi idéntica (luego explicaré este «casi»). En este largo artículo trataré de describir todas o al menos la mayoría de posibilidades que existen a día de hoy de revivir tiempos pasados con videojuegos clásicos…
La primera, la más pura, es continuar haciendo uso de los medios originales. Es decir, un ordenador o consola antiguos conectado a su respectivo monitor o televisión CRT (las «de culo» de toda la vida) e introducir el juego de turno en ellos. Obviamente esto, aun siendo posible, no está al alcance de todo el mundo no ya tanto por el coste como por la falta de espacio que ello requiere. Y es por eso que la mayoría opta por alternativas más cómodas, especialmente si hablamos de los juegos «arcade» o de recreativa, puesto que disponer de un mueble original con su respectiva placa «jamma» (en cuyos circuitos va instalado el juego) es, nuevamente, algo a lo que muy pocos pueden aspirar.
Por ello la emulación es la opción escogida habitualmente, si bien el envoltorio utilizado puede tener diversas formas. Aquí encontramos una proporcionalidad inversa entre la experiencia que se ofrece y su relación comodidad/precio, pues cuanto más nos aproximamos al pasado mayores son el coste y el espacio que necesitaremos. De este modo, en un extremo tendremos las réplicas de los antiguos muebles «arcade» fabricados en madera (normalmente aglomerado) que cuenta en sus entrañas con un ordenador en el que se han instalado previamente los emuladores y juegos deseados.
Son, como os he dicho, lo más próximo a la experiencia original aunque también lo más caro y abultado pero existen por fortuna alternativas más baratas y cómodas. Una de estas serían las «bartop» que no son otra cosa que una versión reducida de los ya mencionados muebles que podemos colocar sobre una mesa o superficie análoga a una altura variable dependiendo de si queremos jugar de pie o sentados. Esta opción es, por supuesto más económica pero transmite prácticamente las mismas sensaciones que da jugar en un mueble grande pero si aun así se quiere ir más allá y prescindir del mueble en sí podemos optar por una réplica de mando arcade para uno o dos jugadores (esto último es lo más normal) en cuyo interior, al igual que en el caso de las «bartop», el ordenador se sustituye por una Raspberry Pi, que no es otra cosa que un sistema concentrado en una pequeña placa y cuyas posibilidades técnicas son más que suficientes para emular a la perfección los viejos juegos recreativos.
Naturalmente, estos accesorios no están limitados a ser usados para juegos arcade, siendo las consolas clásicas igualmente adaptables pero, si volvemos al tema de la proximidad a la experiencia original, resulta evidente que es más adecuado jugar con un controlador o «gamepad» que con un «joystick» y sus botones asociados. Respecto a la emulación de consolas también encontramos un amplio abanico de posibilidades, y la que más ha llamado la atención en los últimos tiempos ha sido la proliferación de réplicas «mini» de consolas y ordenadores clásicos, dotadas de un catálogo pre instalado que han conquistado el corazón de muchos usuarios. Es cierto que el número de juegos en cada una no es muy amplio pero hay quienes han logrado solventar ese inconveniente permitiendo aumentarlo y pudiendo de esa forma jugar a más juegos como en el sistema original o incluso mejor si tenemos en cuenta que estas «máquinas mini» están diseñadas para los monitores y/o televisiones actuales.
No obstante, y aunque no para todos los sistemas (de hecho, creo que solo existen para Mega Drive y Super Nintendo pero, si no es así, corregidme), existe otra posibilidad de disponer de muchos juegos en un mismo lugar. Son los llamados «everdrive», cartuchos en los que está grabado todo o una gran parte del catálogo de la consola de turno. Estos «everdrive» están pensados para ser usados con las máquinas originales, por lo que aquí ya no estaríamos hablando de emulación y sí de «otra cosa» a la que cada uno le puede poner el nombre que desee.
Finalmente, que imagino que muchos ya lo estabais echando en falta, queda el PC junto a ciertas consolas y dispositivos móviles en los que es posible, como en el caso de las réplicas «arcade», instalar con mayor o menor complicación diversos emuladores y sus correspondientes juegos. Sin embargo, no está de más advertir de que jugar en un dispositivo móvil, sea este una tablet o un teléfono, presenta una dificultad añadida: su manejo. Es verdad que los emuladores permiten hacer uso de un «pad virtual» que se superpone en la pantalla para que, mediante control táctil, podamos jugar pero esto es algo que desde GAMALT recomendamos no hacer por dos razones. La primera es porque con nuestros dedos taparemos parte de la pantalla, obstaculizando un campo de visión ya de por sí reducido y el segundo es por la total ausencia de sensaciones a la hora de apretar los botones o la cruceta digital y que consiguen que, a menudo, pulsemos donde no debemos o ni siquiera lo hagamos. Por ello pensamos que lo mejor es optar por un adaptador para alguno de los «gamepads» que hay en el mercado o, incluso, por un modelo diseñado expresamente para esta función y que se conecta vía «bluetooth» al dispositivo.
Como habéis visto, existe una amplia variedad de opciones de poder disfrutar de los videojuegos de antaño que se adapta a todos los gustos y bolsillos pero no me gustaría cerrar este post sin mencionar un detalle que he dejado en el aire al comienzo del mismo. Os acordáis de que hablé de una experiencia «casi» idéntica a la original, ¿verdad? ¿Y por qué digo «casi», si los juegos son los mismos e incluso el soporte puede también serlo? Pues porque, aunque eso sea cierto, hay algo que no lo será nunca por mucho empeño que pongamos en ello: el jugador. Sí, es así, nosotros como usuarios y como personas no somos los mismos que fuimos cuando disfrutamos de estos juegos por vez primera y, aunque tratemos de engañarnos creyendo lo contrario, no podemos verlos como entonces. Esto, faltaría más, no quiere decir que no vayamos a pasarlo bien jugando pero obviamente no lo haremos en la misma medida que años atrás.
Podéis, a pesar de lo dicho, intentarlo e ir a por lo más próximo o bien escoger una alternativa más alejada pero también económica. Nosotros en GAMALT tenemos nuestras preferencias personales pero no las comentaremos aquí porque tampoco serían relevantes. Al fin y al cabo, lo que cuenta es poder jugar y ya es cuestión de cada uno decidir, en base a sus gustos y posibilidades, qué opción es la que más le conviene.
Visitas: 156
No olvides las consolas portatiles chinas y ciertas androids tv que te permiten jugar emulacion tambien… Además de que si, existen «everdrives» en otras consolas, siempre que dispongan para meterles cartuchos acabaran teniendo algo por el estilo, sino mira los modelos de Game boy con la supercards y demás
Un saludo ^^
Me lo imaginaba pero como no he tocado esos sistemas tampoco lo sabía con certeza. Y respecto a las consolas, lo nombro por encima pero sí, existe una gran variedad de aparatos que permiten hacer uso de emuladores. Otra cosa no sé pero opciones tenemos sin duda muchas…
Saludos.
Yo a nivel de videojugos me voy por los emuladores. Lo que si hago es comprar controles USB de viejas consolas para mantener la experiencia lo mas original posible. Lo mio son jugar los juegos más que coleccionar las consolas. Saludos.
Es lo positivo de la época actual en relación a lo «retro», que existen multitud de opciones para acceder a esos juegos, siendo la emulación una de las destacadas. Si a eso le añades elementos que te aproximen a lo que fue la experiencia original tanto mejor, sino no pasa nada, se pueden jugar y disfrutar de todas formas…
Gracias como siempre por pasarte y comentar. Saludos.