Videojuegos violentos e hipocresía

Videojuegos violentos e hipocresía

Lo creíamos superado pero no. Parece mentira, pasan los años y siguen habiendo sectores que culpan a los videojuegos en general, y a los violentos en particular, de todos los males de este mundo. Y para más «cachondeo», los últimos en alzar la voz han sido los miembros de la famosa Asociación Nacional del Rifle de Estados Unidos. Una vez más, se cumple aquello de que siempre habla el que más tiene que callar…

En concreto ha sido Dave Grossman, un ex guardacostas del ejército, orador y ferviente defensor de la asociación, el que «se ha levantado en armas» contra los videojuegos violentos que, según sus propias palabras, «crean niños enfermos», además de hacerlos responsables de algunas de las matanzas que se han dado en el país en los últimos años.

Dejando a un lado que en Gamalt, como en prácticamente cualquier página o foro que tenga relación directa con los videojuegos, no estamos de acuerdo para nada con tales afirmaciones, el hecho objetivo que quiero comentar, la raíz del verdadero problema, es que ni este hombre ni ninguno de los integrantes de dicha asociación se han dado cuenta o así lo parece al menos de un detalle sumamente importante: el reflejo de la realidad en los videojuegos que ahora demonizan.

Dicho de otra forma, y como en cualquier expresión artística, la realidad es el modelo en el que los creativos se basan para crear sus experiencias, es la musa que les inspira, el abismo al que se asoman, y de esta realidad se puede tomar prestada cualquier cosa, buena o mala. Incluso en las obras más fantásticas, los elementos que en ellas aparecen tienen un cariz realista o basado en una contrapartida real. Un ejemplo, y ya que el tema va de armas, sería el cañon BFG 9000 presente en la saga Doom. Este objeto no existe en el mundo real pero es fiel reflejo de otros que sí, y en ellos se inspiraron para crearlo quienes hicieron el juego.

Nadie de los que opinan como el señor Grossman entiende que eso que «los niños» ven en sus pantallas está ahí porque ya estaba antes en el mundo real. Juegos como Call of Duty o Battlefield solo recrean lo que, entre otras, tienen sus propias fuerzas armadas, esas a las que perteneció un día el mismo Grossman y de las que, casi seguro, se siente muy orgulloso.

Lo malo aquí es que, precisamente por puro orgullo y terquedad, ni estos ni casi ningún ciudadano estadounidense que esté a favor de las armas de fuego verá que es en estas y no en los videojuegos donde está el verdadero problema. Desde siempre se nos ha vendido al resto del mundo la falsa idea de Estados Unidos como «país de la libertad», cuando lo único cierto es que, a día de hoy, es uno de los enclaves con más miedo por metro cuadrado de todo el planeta. Y ese miedo es la excusa que muchos utilizan para atacar a todo lo que no sea de su agrado o represente una amenaza sobre todo si, como es el caso de los videojuegos, se trata de un concepto que no puede defenderse por sí mismo aunque para eso ya estamos los que disfrutamos de ellos desde hace muchos años y sabemos muy bien qué son y qué ofrecen realmente.

Por lo tanto, y ya para terminar este post, desde Gamalt no solo proclamamos que los videojuegos, sean o no violentos, nada tienen que ver con la podredumbre de esta sociedad más allá de ser, en ocasiones, fiel testimonio de la misma. Así que, señores de la Asociación Nacional del Rifle, a ustedes y a quienes piensan igual va este mensaje: si no quieren niños enfermos, si no quieren violencia, comiencen dando ejemplo y guarden todas las armas o, mejor todavía, acaben con ellas, echen el cierre y váyanse cada uno a su casa a vivir en paz porque no se puede ser tan hipócrita como para atacar algo que luego, en otro ámbito, es defendido hasta las últimas consecuencias.

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