Hay trenes que uno no puede dejar escapar… aunque de saber lo que me esperaba hubiera sido mejor hacerlo. Eso es lo que me ha sucedido con The Beast Inside, título al que le tenía echado el ojo desde hace tiempo pero no ha sido hasta hace poco que me hice con él, una vez más merced a una muy buena oferta. Pero no me adelantaré y como siempre, antes de exponer mi opinión personal, veamos primero de qué va el juego y qué tiene que ofrecer a quienes se adentren en su propuesta.
The Beast Inside nos sitúa en plena Guerra Fría, poniéndonos en la piel de Adam Stevenson, experto en descifrar mensajes que se traslada junto a su esposa Emma a una casa perdida en mitad de un bosque para trabajar lejos de miradas curiosas. Poco imagina que allí le espera un gran misterio en torno a la figura de Nicholas Hyde, un hombre que vivió en la misma zona mucho tiempo atrás y con el que parece tener ciertas conexiones.
A lo largo de un buen número de capítulos, The Beast Inside altenará entre ambos personajes, conectando sus respectivas historias. Si bien siempre viviremos los acontecimientos desde una perspectiva en primera persona y el control será a grandes rasgos el mismo para los dos, Adam y Nicholas cuentan con algunas diferencias en sus mecánicas de juego en base a los diversos objetivos que tienen que cumplir para avanzar.
Así, con Adam haremos uso de un curioso aparato llamado el Localizador, que nos permitirá seguir el rastro cuántico de personas en puntos concretos. En algunos momentos tendremos interferencias que habremos de eliminar previamente para obtener una lectura correcta. Por otro lado, con Nicholas deberemos llevar cerillas con las que ir encendiendo las velas que veamos para iluminar la zona si no queremos tirar de la lámpara de queroseno, combustible que se irá gastando con el uso. Hay otros elementos propios de cada personaje que dejaré que descubráis por vosotros mismos, dado que aparecen a medida que avanza la historia.
En cuanto a lo que comparten, tanto con Adam como con Nicholas recogeremos documentos que nos ayudarán a descubrir y entender lo que va sucediendo, si bien Adam registrará sus descubrimientos en una grabadora mientras que Nicholas hará lo propio en su diario personal. Igualmente, con ambos deberemos enfrentar numerosos acertijos y momentos de acción en los que no será raro perder la vida más de una vez. Es posible, así mismo, interactuar con muchos de los objetos manteniendo pulsado el botón de agarre y moviendo el stick ya sea para mover, empujar, golpear o abrir y cerrar.
A nivel técnico, The Beast Inside presenta variados entornos en los que el bosque tiene especial protagonismo. Su plasmación, no obstante, adolece de cierta irregularidad gráfica al igual que ocurre en las diversas localizaciones interiores que visitaremos, con algunos elementos muy bien recreados y otros de acabado más pobre. Lo mismo se puede decir de los personajes con los que interactuamos que, en algunos casos, presentan un modelado sencillo, animaciones algo toscas y expresiones faciales apenas visibles.
En el lado sonoro, la música tiene una escasa presencia más allá de momentos puntuales. Por contra, los efectos sí se escuchan mejor y con más frecuencia, siendo en ocasiones algo vital para saber cómo continuar. The Beast Inside llega, como en tantos otros casos, con voces en inglés y textos (diálogos y menús) en castellano, bastante diminutos salvo en la descripción al inicio de cada capítulo.
The Beast Inside es un producto irregular en muchos sentidos. Ofrece una historia interesante aunque con no pocos altibajos, no tanto a nivel de narración como de ejecución, lo cual también vale para su apartado técnico. Esto lo deja en un punto medio y ya será cada uno el que, a título personal, incline la balanza en un sentido u otro en base a lo que le transmita.
Me ha costado mucho terminar The Beast Inside, y no pienso volver a pasar por esta experiencia pese a que al parecer, e independientemente de todo el desarrollo anterior, haya varios finales diferentes en función de un par de decisiones. He visto uno y con eso ya me basta para dar por concluido un viaje a ratos entretenido, no lo negaré, pero también tedioso hasta el punto incluso de llegar a plantearme dejarlo a medias. No diré que es un mal juego pero el recuerdo que me va a quedar del mismo tampoco va a ser bueno, eso desde luego…
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