Todos hemos escuchado y pronunciado en alguna ocasión aquello de «los últimos serán los primeros», ¿verdad? Sin embargo, curiosamente ha sido todo lo contrario lo que me ha ocurrido con el juego que hoy me dispongo a analizar y que será el primero de una serie de títulos de los que me declaro abiertamente seguidor incondicional aunque no por ello voy a dejar de mencionar las carencias o defectos de los mismos si los hubiera. Pero antes haré un esbozo de la figura que está detrás de todos ellos…
Benoît Sokal es para quien no lo sepa el creador, entre otras obras (tanto en el ámbito del cómic como de los videojuegos), de la saga de aventuras gráficas Syberia cuya cuarta y, por ahora, última entrega, se encuentra en desarrollo con una salida prevista a lo largo de este año si no es que la actual pandemia no dicta lo contrario. Entrega de la cual, por si hay algún despistado, es posible desde hace un tiempo disfrutar su prólogo, disponible en Steam y GOG de manera gratuita.
Pero ya habrá tiempo de hablar del susodicho juego en su momento pues ahora es el turno de otro título del que supe mucho después de haber conocido y disfrutado del Syberia original. Y todo fue porque, en un momento de la historia, se hace mención a Amerzone y mi curiosidad me llevó a descubrir que había un juego con dicho nombre, basado a su vez en un comic de 1986 del mismo autor. No obstante, no fue hasta hace bien poco que recordé todo aquello al volver a jugar a los primeros Syberia y decidí buscar este Amerzone, encontrándolo en Steam a bajo precio y tras comprarlo me dispuse a disfrutar de él.
Amerzone: The Explorer’s Legacy es el nombre completo de una aventura gráfica de corte clásico basada en la conocida mecánica de «point & click» en la que tomamos el papel de un periodista que visita a un ya anciano explorador que, tras narrar su historia, nos pide que llevemos un objeto de gran valor de vuelta a su lugar de origen. Para ello tendremos que arreglárnoslas para iniciar el viaje hacia Amerzone y, una vez allí, dirigirnos a nuestro destino superando todos los obstáculos que hallemos en el camino.
Como mencioné antes, estamos ante un juego en el que nos moveremos e interactuaremos con los diferentes elementos a golpe de ratón, desplazando el cursor por la pantalla y prestando atención a los cambios en la apariencia del mismo que nos indicarán que podremos llevar una determinada acción en ese punto concreto. Podremos coger objetos y colocarlos en otros lugares además de documentos que nos den información sobre los hechos acaecidos, los cuales pueden también contener pistas sobre los pasos a seguir por lo que es muy importante leerlos y revisarlos si nos quedamos atascados.
A nivel técnico hemos de tener en cuenta que estamos frente a un juego de hace más de 20 años, lo que implica ciertas limitaciones. Todos los escenarios están recreados con gráficos pre renderizados y nos moveremos por ellos, por decirlo de algún modo, «a saltos», pudiendo desde una perspectiva en primera persona realizar una vista en 360º del entorno. Debido a esto, visualmente no existen apenas diferencias entre el puro juego y las secuencias predefinidas que veremos en determinados momentos.
En lo sonoro, Amerzone basa su premisa casi todo el tiempo en el ruido ambiente del sitio en el que estemos. Así, dependiendo de este, escucharemos por ejemplo sonidos de maquinaria o una mezcla de cantos de pájaros en la espesa jungla. Por otra parte, y sin ánimo de descubrir nada antes de tiempo, los personajes con los que nos cruzaremos son escasos así como también lo son sus diálogos, los cuales no están subtitulados pero, por fortuna, si han sido doblados al castellano por lo que, junto a la traducción de los textos de los documentos, se logra que no perdamos el hilo de la historia en ningún momento.
En definitiva, Amerzone: The Explorer’s Legacy es un juego que se deja disfrutar siempre y cuando se acepte como es, con sus cosas buenas y malas o, si se prefiere, menos buenas. Resulta evidente que, en términos de narrativa, propuestas como esta hace mucho que fueron superadas pero ello no significa que no se puedan disfrutar y, personalmente, yo sí que he quedado contento en este caso precisamente porque no esperaba otra cosa a nivel técnico que lo que me encontré y en cuanto a la historia pues solo puedo decir que se nota la mano del autor en su creación por las similitudes con la que luego ha sido su, para mí al menos, gran obra, Syberia, de la que os hablaré más adelante.