Nunca es tarde si la dicha es buena, dice el refrán. Y en este caso se ha cumplido a la perfección pues de este juego únicamente tenía conocimiento por medio de una demo que vino en uno de los discos promocionales de la Revista Oficial Xbox, la cual compraba asiduamente en aquellos ya lejanos primeros años de este siglo. Ya entonces produjo en mí algo más que una mera curiosidad pero no he podido disfrutar de este juego hasta hace bien poco, y creedme cuando os digo que ha sido una de las experiencias más gratas de los últimos tiempos, pues no me he sumergido tanto en un título de su género desde The Elder Scrolls IV: Oblivion…
De entrada aviso que este artículo va a ser largo, muy largo, pues quiero contaros todo lo posible acerca de un juego que ofrece mucho más de lo que aparenta pero, para empezar, creo que lo mejor es explicar qué es Arx Fatalis…
Arx Fatalis es una aventura de rol en la que encarnamos a un personaje solitario y sin memoria que se ve envuelto en una serie de acontecimientos mientras busca su identidad. El mundo de Arx Fatalis es un mundo subterráneo, sumido en la oscuridad a causa de la desaparición de su sol, lo cual obligó a las distintas razas que lo pueblan a colaborar en pos del objetivo común de la supervivencia. Cada raza ocupa un nivel, siendo los humanos los que están en el primero, por encima del resto. El nivel 3, por ejemplo, está ocupado por los duendes y en el sexto mora la hermandad de Edurneum, una casta de poderosas magas, mitad mujeres mitad serpientes…
Representando el papel de Am Shaegar, nuestro personaje, que recibe su nombre de boca de la primera persona a la que conoceremos nada más iniciemos el juego, comenzamos sin nada y deberemos ir cogiendo todo aquello que encontremos que pueda sernos de utilidad. Eso sí, pronto nos percataremos de que no podemos llevar encima todo debido al limitado espacio que tenemos disponible y en más de una ocasión se hará necesario deshacernos de algo, ya sea tirándolo por ahí o vendiéndolo cuando tengamos la oportunidad.
Además de los mencionados duendes y las magas de Edurneum, en este reino subterráneo de Arx nos encontraremos con los poderosos pero inocentes trolls y, casi abajo del todo, con los esquivos y asesinos hombres rata. A diferencia de lo que sucede en otros juegos como por ejemplo The Elder Scrolls, cualquiera de los habitantes del reino de Arx puede morir independientemente de su importancia para la trama o alguna misión. Eso, al menos en algunas ocasiones, no significa que no se pueda llevar la tarea a cabo pero nos veremos obligados a buscar una forma alternativa de lograrlo y claro, si se nos va la mano y liquidamos a todo el mundo, va a ser muy difícil que podamos avanzar por mucho que el juego nos diga durante la pantalla de carga que es posible. Os lo digo por experiencia propia…
Arx Fatalis es un juego de la vieja escuela y ello queda patente en la dificultad que entraña resolver ciertas situaciones, en las que apenas se nos dan pistas (y si es que lo hacen), por lo que es muy fácil atrancarse y comenzar a dar vueltas. Si os animáis a probarlo mi consejo es que vayáis despacio, mirando cada recoveco por absurdo que pueda parecer y, sobre todo, usad la cabeza porque a menudo la solución es más sencilla de lo que parece en un principio. Por supuesto eso no quita que, en algunos casos, a los desarrolladores se les haya ido un poco la mano en la dificultad de resolución de según que misiones, como por ejemplo en la que (sin spoilers) la ciudad de Arx se ve invadida por las tropas enemigas y debemos abrirnos paso entre ellas, una tarea que os aseguro que no es nada, nada fácil por muy bien que vayamos equipados.
A medida que avancemos en la trama o realizando tareas secundarias, iremos subiendo de nivel en base a la puntuación que hayamos alcanzado. Existen cuatro características principales: fuerza, mente, destreza y constitución, que gobiernan los diferentes atributos que nos permitirán realizar cada una de las tareas. Como ejemplo pondré una habilidad sumamente importante, en especial si somos un guerrero, que es «Conocimiento del objeto» y que nos sirve para, según lo alta que esta sea, reparar armas y armaduras, preparar pociones o descubrir propiedades ocultas en ciertos objetos encantados. El juego no nos pone ninguna barrera a la hora de potenciar cada uno de los atributos y es cosa nuestra el enfocarnos hacia el combate con armas, al sigilo o a la magia, la cual por cierto se utiliza de una manera un tanto curiosa a la par que compleja, ya que es necesario encontrar primero las runas necesarias para crear los conjuros y, hecho esto, cada vez que queramos usar uno deberemos introducir vía cruceta (os hablo de la versión Xbox, claro) la combinación que cada una tiene asignada, pudiendo después lanzarlo inmediatamente o dejarlo preparado para otro momento.
Am Shaegar, como cualquier ser vivo, pasará hambre y deberemos alimentarlo cada cierto tiempo. Eso sí, no hay indicador alguno que nos ayude a controlar esto más allá de las propias palabras del personaje cuando pide comida, por lo que siempre será bueno llevar cualquier cosa comestible encima pero tendremos que tener en cuenta que no todo vale para comerlo tal cual y que algunas cosas, como la carne, habremos de cocinarlas primero en un fuego. También, a partir de cierto momento, podremos comerciar en las diversas tiendas, comprando y vendiendo casi de todo. No obstante, hay que tener en cuenta un factor y es que, al igual que nuestro inventario, el del comerciante también es bastante limitado y se puede llenar rápidamente. Esto, unido a que los objetos vendidos nunca desaparecerán (parece que solo nos venden y compran a nosotros), hace que llegue un momento en el que no podamos venderles nada más de modo que hay que ir con cuidado con el dinero y no malgastarlo. Por suerte existen otras formas de conseguirlo además de mediante el comercio…
Ahora es cuando la cosa se torcerá para más de uno porque voy a comentar el aspecto técnico del juego. Arx Fatalis es un juego algo tosco en lo que se refiere a su apartado visual. Tanto los modelados de los escenarios (siempre bajo tierra como ya dije antes) como los de los diferentes personajes son bastante simples, al igual que sus animaciones, y esto puede hacer pensar que el juego en sí es muy pobre pero nada más lejos de la realidad, como creo que ha quedado demostrado. La grandeza de este título no reside en su apariencia sino en su contenido, con una historia que engancha y que anima a averiguar qué sucederá a continuación. Cierto es que ninguno de los personajes principales es muy profundo pero es que tampoco lo necesitan para representar su papel. Además, al menos en lo que se refiere a la versión para Xbox, Arx Fatalis está completamente traducido y doblado al español, lo que sin duda influye mucho a la hora de atrapar al jugador. Estoy convencido de que quienes sepan ver más allá de lo mostrado en pantalla disfrutarán enormemente de uno de los mejores juegos de rol que a título personal he tenido ocasión de conocer y es que, tras conseguir acabarlo después de horas y horas delante de la pantalla, todavía me quedan cosas por explorar y no creo que tarde mucho en ponerme a ello…
El juego está también disponible en PC, y aunque la interfaz del juego en la Xbox es ligeramente diferente a la de su versión para ordenador, está bien adaptada al mando de control de la máquina de Microsoft y, con un poco de práctica, es seguro que el jugador puede moverse y ejecutar sus acciones casi tan rápido como lo haría con teclado y ratón. Arx Fatalis ha dejado honda huella en mí y por eso, a pesar de ser un descubrimiento muy reciente, se ha ganado por méritos propios el formar parte de mis favoritos de siempre. Espero que también se convierta en uno de los vuestros porque potencial para hacerlo tiene… si le dais la oportunidad.
No quisiera cerrar este artículo sin aclarar que todas las capturas que he utilizado pertenecen al juego de PC, ya que me ha sido imposible encontrar de la versión de consola. Para subsanarlo voy a compartir un vídeo de gameplay que muestra el comienzo del juego y en el cual se pueden apreciar las mencionadas diferencias en la interfaz. Disfrutadlo.