En su momento, al poco de iniciar esta aventura bloguera, hice un artículo en el que hablaba de ciertos juegos que no fueron precisamente bien recibidos. También mencioné que, más adelante, le dedicaría un espacio concreto a cada uno. Bien, pues es hora de cumplir con lo prometido y esta será la primera de tres reseñas que de seguro harán justicia con dichos títulos. El primero es un clásico de ordenadores de 8 bits cuya versión comentada será la de Amstrad CPC: Cobra’s Arc, de Dinamic…
Cobra’s Arc es un programa pionero en el panorama del software nacional, pues hablo de la primera aventura conversacional en español de la historia. Por desgracia, ni siquiera tan importante condición lo salvaría de ser maltratado, y como anécdota demostrativa os puedo contar que, en mi círculo cercano, tan solo yo vi en este juego lo que nadie más pudo o quiso ver. Sin embargo, y a tenor de lo que pude descubrir hace poco en una conversación que mantuve con alguien del mundillo «retro» que sabe del tema, Cobra’s Arc está generando cada vez más interés y labrándose la tan merecida fama que se le negó en su época, lo cual me alegra y mucho.
Pero, ¿cómo es este juego? Las capturas que acompañan a este texto pueden responder esta pregunta. Los gráficos de Cobra’s Arc quizá resulten toscos incluso para lo que es habitual en una máquina como el Amstrad. No obstante hay que tener en cuenta que lo que aquí vemos no es más que un «truco» que permitiría a sus desarrolladores ahorrar espacio en memoria y poder hacer el juego más largo. Aun así encontramos alguna que otra laguna en el devenir de la aventura como, por ejemplo, estar en el mar y de pronto en un pasillo pero hay que ser benévolos y comprender que hacer un videojuego de estas características, con las limitaciones propias del hardware entonces disponible, no debía de ser una tarea sencilla. Otro detalle de buen hacer es el del uso de la mezcla de modos que hace posible mostrar las escenas en «modo 0» y el texto en «modo 2», términos que todo poseedor de un CPC familiarizado con el lenguaje BASIC conoce perfectamente.
Su manejo es sumamente sencillo, y se limita la mayor parte del tiempo a elegir una dirección hacia la que ir, pulsando para ello el icono correspondiente. Es posible realizar acciones como entrar y salir de algunos lugares, coger y usar objetos, obtener pistas sobre qué hacer a continuación, etcétera. Nuestro objetivo en el juego no es otro que viajar hasta el Templo Cobra y hacernos con el tesoro que se halla en su interior, algo que no lleva mucho tiempo debido a la sencillez y brevedad de la aventura, si bien hay que remarcar que los objetos necesarios para cumplir nuestra misión no siempre aparecen en el mismo sitio, lo que hace que cada partida sea algo diferente a la anterior. También contribuye a esto el hecho de que hay hasta tres lugares de partida distintos, concebidos con la misma intención. Por otro lado, si completamos la aventura, el juego nos dirá qué tanto por ciento hemos completado de la misma, por lo que la búsqueda del 100% es otro motivo para volverlo a jugar.
He hablado antes de los gráficos y ahora toca hacerlo del sonido aunque su aparición, como solía ser lo habitual, sea más bien testimonial al quedar reducida a dos pequeñas melodías, la que suena en la pantalla de título y la que se puede escuchar al llegar al final del juego. Durante el transcurso de la partida todo permanece en silencio, el cual solo se ve interrumpido por un breve pitido que se oye cuando, después de morir, volvemos al principio.
Lo cierto es que poco más puedo decir acerca de Cobra’s Arc, un juego que en su momento me llamó la atención y cuyo recibimiento hizo que crecieran en mí las ganas de disfrutarlo. A día de hoy es de mis favoritos del sistema y guardo la cinta original que poseo como un tesoro que, por cierto, fue un regalo de un amigo que renegó de él de la misma forma que lo hicieron otros, algo que en este caso yo jamás haré.
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