Bueno, parece que llevo una racha creativa en lo que a análisis «retro» se refiere porque hoy también os traigo el de un juego, para mí, mítico. Pero aunque cuenta con versiones para varios sistemas de la época, yo os hablaré de la que he jugado y conozco mejor, que es la de Amstrad CPC. Adentraros conmigo en la China de mediados del siglo XIX y tratad de convertiros en el señor de los mares, el más rico y poderoso de los hombres. Tratad de llegar a ser el Tai-Pan… y vivid para contarlo.
Antes de entrar en materia me gustaría, como siempre, hacer un breve inciso y es que hace un tiempo, cuando estaba investigando sobre el juego, descubrí que existen un libro de 1966 y una película, de 1986, de idéntico nombre y con una trama parecida aunque no igual. La verdad es que ignoro si este juego está basado quizá no directamente en alguno de estos productos pero sí en su universo, siendo tal vez por proximidad de fechas más probable la película como fuente de inspiración pero este es un dato en el que dejaré que cada uno profundice más si lo desea. Dicho esto, vamos con lo que es el tema principal de este post.
La historia de este juego nos pone en la piel de un hombre que, como tantos otros, busca hacer fortuna y logra para ello hacerse con un cuantioso préstamo con la condición de devolverlo a los seis meses, o pondrán precio a su cabeza. Para sellar dicho compromiso, recibe una parte de un viejo medallón. Nuestro objetivo es hacer la mayor cantidad posible de dinero durante ese tiempo para ser capaces de devolver lo prestado y, a partir de ahí, continuar enriqueciéndonos hasta lograr convertirnos en Tai-Pan, empresa nada fácil, os lo puedo garantizar.
Tai-Pan presenta una mezcla de géneros muy bien ejecutada para los estándares de la época y los sistemas para los que fue lanzado. Tiene acción, aventura, estrategia y una duración y dificultad sumamente elevadas, siendo posible moverse tanto por tierra en una de las muchas ciudades que recorreremos o en barco a través del amplio Mar de China. Estaríamos hablando pues de un concepto, salvando las distancias, muy próximo a lo que hoy conocemos como «mundo abierto» pero en 1986. No obstante vamos a ir por partes, comenzando por lo que es posible hacer en tierra…
En todas las ciudades hay diversos enclaves de obligatoria visita: varias tiendas de provisiones, un banco, un restaurante, incluso un prostíbulo en el que «pasar el rato» en buena compañía. Podremos comprar y vender mercancía, además de contratar hombres para nuestro barco (una vez hayamos adquirido uno, claro está). Por otro lado, también nos encontraremos contrabandistas que intentarán vendernos sus productos, y será decisión nuestra aceptar sus tratos o seguir por el, digamos, camino honrado. Cada ciudad tiene unos precios concretos, por lo que se hace necesario viajar de una a otra en busca de artículos que nos permitan obtener beneficios.
Y ello nos lleva a la otra parte del juego, el mar. Mientras que en tierra manejábamos al personaje principal, en el mar moveremos el barco desde una vista cenital, variando la dirección del mismo en cualquier momento para tratar de aprovechar los vientos favorables. Durante la travesía, el tiempo pasa más deprisa y habrá que tener en cuenta ciertos factores, siendo el principal el de alimentar a tu tripulación para que no se amotine. Hay que tener cuidado cuando se pasa cerca de otros barcos, pues algunos están tripulados por piratas que no dudarán en perseguirnos y abordarnos para hacerse con toda la mercancía que llevemos a bordo.
No quiero pasar a comentar los aspectos técnicos de este título sin hacer mención a un pequeño minijuego que me encanta. Se encuentra en el restaurante y consiste en apostar una cantidad de dinero por una de las varias fichas disponibles con la esperanza de que sea la vencedora y nos embolsemos con ello una cifra mayor, que variará en función de la pieza elegida cuyas posibilidades de triunfo son inversamente proporcionales al dinero que nos pueden hacer ganar. O sea, a mayor premio, más difícil será lograrlo. Las fichas comienzan a aparecer de tres en tres, casi como si de una máquina tragaperras se tratara, y se van sumando los resultados obtenidos en el lugar correspondiente. La verdad es que pica bastante y siempre quieres volver a probar suerte cuando juegas…
Ahora sí, hablemos de los gráficos y el sonido de Tai-Pan. Respecto a lo primero hay que tener en cuenta, como dije al principio, la fecha y plataformas para las que salió, por lo que sus creadores tuvieron que recurrir a ingeniosos trucos que permitieran crear el juego que querían. Es por ello que las ciudades son prácticamente idénticas entre sí, limitándose a cambiar la distribución de los diversos enclaves importantes y las calles por las que transitamos. En cuanto al mar, este es de una inmensidad considerable y llegar de una punta a otra del territorio lleva bastante tiempo aunque hay rutas pre establecidas marcadas en el mapa que hacen que no sea necesario estar pendiente del timón.
En lo sonoro el juego cuenta con dos melodías en su banda sonora, que sonarán en función de si estamos en tierra o navegando. Ambas consiguen crear un gran ambiente que nos ayuda a sumergirnos en la aventura, si bien es cierto que a la larga se pueden hacer repetitivas. Pero se agradece que haya música durante el juego, cosa que no era muy común en las producciones domésticas de la época, especialmente en los ordenadores de 8 bits. Los textos, como sí era lo habitual, vienen en inglés pero no hay mucho que leer, por lo que no debería suponer un problema para quienes quieran probarlo.
Hasta aquí esta reseña, algo más extensa de lo normal, de un juego que a pesar de no haberlo logrado terminar nunca (es más, ni siquiera conseguía devolver el préstamo), tiene un sitio especial en mi recuerdo como usuario del Amstrad CPC. Sé que pediros que invirtáis tiempo en algo de hace más de 30 años tal vez sea demasiado pero creo que, a poco que os guste lo «retro», una oportunidad sí se merece y, quien sabe, a lo mismo os acaba sorprendiendo.
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Que tiempos aquellos en los que jugábamos con un Amstrad, Commodore, o Spectrum, anda que no ha llovido desde entonces ni nada. La verdad es que recuerdo varios de los juegos con los que solía jugar en aquella época con mucho cariño, aunque nunca llegué a terminar ninguno por mi inexperiencia y por lo difíciles que eran. No tengo memoria de haber jugado a este "Tai-Pan" que tan bien nos presentas, pero lo cierto es que tiene pinta de ser divertido, adictivo, y de ser un título muy logrado (para los estándares de la época, claro está). La verdad es que te has marcado un post de lujo, me ha encantado leerte.
Bueno, cierto es que al menos en el caso de la versión de cinta (que es la que tengo), se hacía largo por tener que esperar las cargas, que no eran pequeñas pero, salvando eso, el reto de este juego era bastante adictivo pero también muy difícil, incluso para los estándares de dificultad de la época. Aun así le tengo cariño…
Me alegra que te haya gustado este post. Yo también pienso que me ha quedado muy bien. Gracias como siempre por pasarte por el blog y comentar, T.A.Llopis. Saludos.
Me recuerda mucho al Sid Meiers Pirates.
Nunca he jugado a ese juego pero, por lo que he visto, alguna similitud tendrá seguro, dada la temática que comparten al menos en parte…
Saludos.