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Gran Turismo 7, entre la inmersión y el sopor

Se me hace difícil clasificar este nuevo artículo en el que quiero hablaros de Gran Turismo 7, título cuya adquisición ha sido del todo inesperada. ¿Por qué digo que me va a costar clasificarlo? Pues porque si bien no lo he jugado en profundidad, dada la enorme cantidad de contenido que ofrece y que hay que ir desbloqueando poco a poco, he visto lo suficiente como para emitir un primer juicio de valor que me permite, además, comparar diversos aspectos con el otro gran título del género que poseo, Forza Motorsport, que ya analicé en su momento. Finalmente, daré mi opinión sobre lo que me está suponiendo Gran Turismo 7 en términos de diversión.

Visto que hay lugares no visitables, parece claro que hay mucho todavía por desbloquear…

Como digo, no hay duda de que Gran Turismo 7 es un juego muy completo en cuanto a modos de juego, vehículos, circuitos y, sobre todo, mucha información. Demasiada para alguien que, como yo, no sea un forofo del mundo del automovilismo. En consecuencia, en este sentido GT7 se me está haciendo muy cansino y pesado, a lo que se suma el enfoque hacia el coleccionismo que se le ha dado a esta entrega donde (tal vez), a diferencia de las anteriores y de muchos otros títulos del género, no es posible vender o eliminar coches únicos, o sea, que solo tengamos una unidad en el garaje. Tampoco los que hayamos recibido como regalo o DLC. Por la red he visto artículos y vídeos que dicen que es posible y describen cómo hacerlo, pero a mí me ha sido imposible. Quizá sea algo que tenga que desbloquear…

Como si de Pokémons se tratara, en GT7 también se te anima (y casi obliga) a «hacerte con todos» .

Es evidente que la propuesta de Polyphony Digital es muy distinta a la ofrecida por Turn 10 no solo por lo descrito hasta ahora, también en las propias carreras tanto a nivel técnico como jugable. Gran Turismo 7 presenta un sistema de control peculiar, que afecta bastante a la experiencia si optamos por la vista clásica en tercera persona, viendo el coche desde detrás. En mi opinión, la cámara parece funcionar del mismo modo que si jugáramos desde dentro del vehículo donde, en buena lógica, nunca apreciamos giro alguno en nuestro punto de vista, que permanece siempre fijo hacia adelante incluso al tomar una curva. Esto hace que el coche, visto desde fuera, se mantenga inmóvil dando la impresión de que es el circuito lo que se mueve, algo que al menos para mí resulta bastante molesto.

Lo comentado en el párrafo anterior y el siguiente queda perfectamente reflejado en este vídeo.

Por otra parte, no siento que Gran Turismo 7 llegue a la altura de lo que muestra Forza. No digo con esto que sea malo, ni mucho menos, pero en el título de Turno 10 todo me parece mucho más natural mientras que en el caso que nos ocupa lo veo artificial, demasiado limpio y perfecto. Esto se aprecia bien en efectos como la iluminación, los reflejos o las superficies mojadas, mucho más exagerados en GT7 que en Forza. Todo lo contrario que ocurre con la física de impactos y la representación de los daños en los coches, bien visible en uno y sumamente discreta, apenas imperceptible, en el otro. Es de entender que, por encima del realismo, Gran Turismo 7 no deja de ser un videojuego creado con el objetivo de entretener pero lo cierto es que en lo último que he descrito tiene mucho de juego pero muy poco de simulador.

Pero si Gran Turismo 7 palidece en no pocos aspectos frente a Forza, hay uno en el que gana de calle no solo al juego de Turn 10, posiblemente a todos aquellos que no cuenten, como en su caso, con la posibilidad de vivir la conducción desde dentro del vehículo a través de la realidad virtual. Y lo digo con conocimiento de causa, pues el casco (o visor) PS VR2 consigue que GT7 sea otro juego, algo realmente único gracias a su altísimo grado de inmersión. No puedo hablar del nivel que otros títulos hayan alcanzado en este sentido pero lo que me ofrece el título de Polyphony está muy por encima de cualquier experiencia en videojuegos de conducción que haya vivido hasta la fecha.

De modo que, a título personal, lo tengo muy claro: para disfrutar de la conducción simulada a la, digamos, manera tradicional me quedo con Forza Motorsport pero en cuanto a la experiencia inmersiva, esa que se siente más real que ninguna otra, Gran Turismo 7 es por ahora mi elección a falta de tener otras con las que poderla comparar. Lástima que ello no vaya a poder evitar el sopor que a buen seguro sentiré entre carrera y carrera…

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