Los juegos de carreras se pueden, a grandes rasgos, dividir en dos grupos principales: arcade y simulación. Forza Motorsport pertenece a este segundo grupo como una saga de conducción que nació en la primera Xbox para competir con Gran Turismo. El pasado mes de octubre recibió su última entrega y hoy, tras haber jugado durante bastante tiempo, me dispongo a analizarla en el blog pese a que no he llegado a probar algunos aspectos…
Al igual que su contrapartida en PlayStation, Forza Motorsport busca ofrecer una experiencia de conducción lo más realista posible. No obstante, más allá de su calidad, lo único que la mayoría de usuarios podemos hacer a este respecto es fiarnos del trabajo realizado por Turn 10 a la hora de reflejar las supuestas sensaciones que transmite cada vehículo. Ya si alguien tiene la suerte de poder comparar, sabrá mejor que nadie si han atinado o no.
Por otro lado, para lograr esto es imprescindible disponer de un volante con pedales y palanca de cambio de marchas para simular lo mejor posible el manejo de los coches. Un gamepad está, por razones obvias, bastante limitado en este sentido. Aún así, el control es bueno.
Forza Motorsport ofrece varios modos de juego, tanto para un jugador como en red. En este último caso podemos limitar las partidas a usuarios concretos o jugar abiertamente, pero no puedo deciros más porque, como dije al inicio, al momento de escribir este análisis no los he probado. Ni creo que lo haga, la verdad, y mis razones tengo para ello.
Por supuesto, los vehículos se podrán mejorar mediante las piezas que iremos desbloqueando al subir el nivel del coche. Esto se produce a medida que conducimos y, naturalmente, cuanto mejor lo hagamos, más rápida será la evolución. El nivel máximo es 50 y conviene tenerlo en cuenta no solo por la imposibilidad de ir más allá sino porque si logramos esta meta con varios coches de una misma marca, obtendremos descuentos para futuras adquisiciones.
Finalmente, y por ser como es una seña de identidad de la saga, la personalización estética de los vehículos ofrece un abanico de posibilidad sumamente grande. Podemos pintar cada parte del coche o todo en conjunto, o bien crear diseños con vinilos que, gracias a la ingente cantidad de capas con las que se puede trabajar (hasta 3000 si no recuerdo mal), permiten materializar auténticas maravillas.
He dejado el modo carrera para el final en lo que a contenido se refiere por una razón muy sencilla: Forza Motosport es, en esta última entrega, un juego como servicio. Ello significa que, cada cierto tiempo, el juego recibirá nuevo contenido en forma de Tours que cuentan con sus propias reglas. No tiene, pues, un final definido sino que, simplemente, invita a jugar e ir desbloqueando nuevos coches conforme nosotros, como pilotos, también subimos de nivel aunque esto, a priori, no sirva para mucho más que para recibir bonificaciones de créditos y que se vea lo mucho o poco que hemos jugado.
Forza Motorsport luce increíble en lo visual. Los vehículos está recreados con todo detalle al igual que los diferentes circuitos, si bien elementos como los árboles o el público no llegan a un nivel tan alto pero dado que es algo a lo que rara vez se le va a prestar atención y no influye para nada en la experiencia de juego, no es algo a lo que haya que dar importancia.
Lo mismo sucede con la representación del ciclo día/tarde/noche y las diversas condiciones meteorológicas, ambos aspectos verdaderamente logrados aunque, en el primer caso, con una transición “a saltos”, eso sí, muy leves y solo apreciables en las sombras producidas por los objetos del entorno. Como antes, tampoco esto es algo que implique menospreciar el gran trabajo realizado en este aspecto.
El apartado sonoro se centra sobre todo en los efectos del ruido del motor de los coches, el paso por las distinas superficies (asfalto, tierra, hierba), derrapes y choques. Respecto a esto último, la recreación de los daños puede ser solo estética o afectar al control del vehículo, pero no he podido constatarlo. Luego explicaré por qué. En Forza Motorsport hay varios narradores que, en inglés pero con subtítulos en castellano, cuentan cosas de interés para los más fans del mundo del motor, incluyendo algo de historia sobre los coches o detalles de los circuitos.
Como juego en sí, Forza Motorsport mantiene plena su esencia de simulador de conducción. Sin embargo, es fácil que muchos usuarios echen de menos algunas cosas que no se han incluído como, por ejemplo, trazados urbanos que sí estuvieron presentes en entregas anteriores. Su nueva condición de título como servicio puede ser también algo que no guste pero, como ya ha ocurrido con muchos otros juegos, el tiempo dirá si este cambio ha sido o no acertado. En mi opinión lo es.
Hacía mucho tiempo, desde el Gran Turismo 3 de PlayStation 2, que un título de esta índole no me llamaba la atención y mucho menos me mantenía enganchado tanto tiempo a su propuesta. Ahora bien, el nivel de simulación ejecutado en mi caso es mínimo, por lo que hay muchas cosas que no estoy experimentando. Tal vez lo haga en algún momento pero, por ahora, prefiero jugar como lo estoy haciendo, solo para entretenerme sin complicarme más de lo necesario.
Sea como sea, lo que tengo claro es que estoy disfrutando mucho de este Forza Motorsport sin que nada de lo que he mencionado antes sobre su condición como producto me eche para atrás. Sé muy bien cómo funciona este tipo de juegos y me limito a coger lo que hay sin hacer gastos extra sobre todo porque, como imagino que ya sabéis si me seguís, en el caso de Xbox solo juego vía Game Pass a través de mi ordenador, con lo que no puedo guardar nada propio.