Ayer lo hablaba con mi amigo y compañero aquí en GAMALT. La noticia es seguro de sobra conocida por cuantos estamos más o menos al día de las mismas dentro de este mundillo nuestro de los videojuegos y sí, me sigue gustando llamarlo así a pesar de tratarse de la segunda industria del mundo en volumen de capital desde hace ya bastantes años. Pero no nos desviemos del tema, que no es otro que el de la intención de la Comisión Federal de Comecio de Estados Unidos (FTC por sus siglas en inglés) de poner coto a las reseñas y análisis falsos en Internet, lo que se conoce como review bombing, y que se utiliza generalmente para «atacar» a un determinado producto con objeto de hacer bajar su nota media amparándose en excusas de cualquier tipo, a menudo carentes de fundamento.
Resulta evidente que esto solo se da en aquellos sitios en los que es posible verter una opinión propia de los mismos de manera masiva, siendo en este ámbito de los videojuegos webs como Metacritic y Steam abanderadas de dicho sistema y donde, en buena lógica, más destaca la práctica antes descrita. Lo que nadie parece ver, o de lo que no se habla apenas, es de la verdadera raíz del problema y de ahí, en pos de arrojar algo de luz al respecto de, este nuevo artículo de opinión.
¿Y cuál es esa raíz?, os preguntaréis. La respuesta, el causante de todos los males: las propias notas. O mejor dicho, el demasiado caso que una gran parte de los usuarios les hace todavía a día de hoy y que pone de manifiesto una falta general de criterio a la hora de decidirse, en este caso, por un juego u otro al confiar más en lo que digan terceras personas que en lo que uno/a mismo/a piense sobre él.
Partiendo de la base de la subjetividad que hay detrás de un análisis o reseña, puesto que lo escrito depende siempre del punto de vista del redactor/a, las notas como tales ya no tienen sentido en un mundo como el de hoy, con tantas posibilidades de información como de las que disponemos y que no existían antes del nacimiento de Internet. Los usuarios de aquella época solo teníamos, por lo habitual, las revistas en papel para guiarnos, que solían ser mensuales y solo ofrecían, por razones naturales de tiempo y espacio, una visión limitada del panorama general. A lo sumo podías llegar a probar un título concreto ya fuera bien merced a un préstamo o, dependiendo de donde vivieras, incluso en la propia tienda, si bien luego irían apareciendo los primeros vídeos en cinta VHS y posteriormente las demos en disco.
Ahora existen, sin embargo, multitud de herramientas que nos permiten hablar de lo que nos gusta o no sin que sea necesario profesionalizarse como periodista de un medio especializado. Pero, como pasa con tantas otras cosas (las redes sociales sin ir más lejos), no se nos enseña como darles un buen uso y de ahí todo lo que termina sucediendo. Ahora bien, ello no hace recular a quienes las ofrecen sino todo lo contrario porque anteponen las visitas (y los beneficios que estas generan) a las buenas prácticas y el ambiente civilizado que deberían prevalecer.
En resumidas cuentas, las notas en sí mismas no deberían estar presentes en ningún medio porque ya no son necesarias. De hecho nunca lo fueron pero antaño tenían más razón de ser que ahora, cuando es posible saber tanto de algo sin tener que regirse por unos números que tienen demasiada influencia en quienes se dejan dirigir por ellos.
Podría también ponerse coto a las propias reseñas de los usuarios, pero no tardarían en salir los adalides de la libertad de expresión defendiendo su derecho a opinar de manera abierta (con o sin criterio) de lo que quieran. Y lo cierto es que la hipotética desaparición general de las notas no reduciría el problema dado que la gente seguiría confiando en lo que dijeran otros, hubiera o no una cifra de referencia de por medio.
La única forma de encauzar el tema es aprender a formarse un criterio propio de aquello que nos rodea para no depender de argumentos de terceros. ¿Podría la falta de interés en estos últimos hacer que decayera el número de los mismos en las webs de referencia? Tal vez, y quizá sería lo mejor que nos podría pasar porque, a menos ruido, más centrados estaríamos en lo que de verdad nos importa como usuarios, que es el juego en sí y no lo que personas a las que jamás conoceremos (y que, por tanto, no deberían influir en nosotros/as en modo alguno) puedan decir de él. Al fin y al cabo, y como suelo decir, la experiencia que nos brinde y su disfrute es y será siempre algo personal e intransferible.
Interesante reflexión, hace mucho leí por algún sitio (no recuerdo donde) que el hecho de ponerle nota a los videojuegos era una cuestión infantil que traza un paralelismo con la escuela y su sistema de calificación y que la calidad de una obra no debía regirse por un numero, algo similar a lo que tu expones. Siempre creí que era cierto, aunque también he pecado de hipócrita valorando con números juegos que he analizado, siento que muchas veces la gente espera una nota final después de haber de haberlo desglosado todo, sean estrellitas, números o letras, aunque probablemente sirva más para poner una obra encima de otra que para otra cosa, después de todo es solo una referencia.
Respecto al review bombing creo que es inevitable, en paginas como Metacritic donde cualquiera puede dejar su opinión sin siquiera haberlo probado la única forma sería que de algún modo obliguen a los usuarios a demostrar que han probado el juego, pero debe ser complejo y tampoco les interesa. Ellos están contentos siendo la principal referencia de la nota media de un juego y les da igual si esas notas son inventadas o no, el negocio está en la cantidad, lo que me sorprende es que tanta gente haga caso a un sistema tan manipulable como Metracritic.
En Steam si que han sabido manejarlo, solo quienes haya jugado el título pueden dejar reseñas y en ellas se refleja el tiempo de juego. Esto no evita el review bombing en si mismo pero simplemente filtrando por horas de juego ya te quitas del medio todo el spam, no es perfecto pero aplicando un mínimo filtro ya puedes ir a la información realmente relevante.
El mayor problema de las notas es que la gente acaba tomándolas como la referencia a seguir y no leen la información que se da del juego, o lo hacen si la puntuación que se le ha dado es atractiva pero, en la vorágine de la vida actual, lo habitual es que se quede uno en el titular (o la nota) y a otra cosa.
Y si, como dije en el post, a las webs que utilizan esos sistemas les interesa que nadie meta mano para corregirlos o quitarlos porque son muchas la visitas que ello genera, demostrando cuales son sus verdaderos intereses. Por otra parte, es también un poco triste que haya tantos usuarios que antepongan opiniones de terceros a sus gustos propios, y así van las cosas. Al respecto de lo de Steam he dejado un comentario en Bloguers que pone de manifiesto que incluso tomando ciertas medidas, es muy difícil parar todo esto pero siempre es mejor tratar de hacer algo para solucionarlo que todo lo contrario.
Gracias como siempre, Geimers, por pasarte y comentar. Saludos.