El formato físico, ese gran amigo que nos ha acompañado durante toda nuestra vida como jugadores a quienes llevamos en esto desde los tiempos de las cintas de cassette y los primeros cartuchos, es ahora visto como un estorbo por las nuevas generaciones que prefieren disfrutar de los juegos (y de muchas otras cosas) en formato digital. Nos encontramos sin embargo todavía en un periodo de tránsito, en un tiempo en que los que queremos tener aquello que compramos en las manos y no en una tarjeta de memoria o un disco duro debemos lidiar con quienes abogan por su absoluta eliminación. Nos hallamos pues sumidos en una «guerra» sin un claro vencedor, ya que lo físico se resiste a morir y lo digital no termina de imponerse a pesar de los continuos intentos de las compañías por conseguirlo.
Ninguno de los dos sistemas es perfecto. Es decir, tanto uno como el otro tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Lo físico es tangible, palpable (no el juego en sí, que al fin y al cabo no deja de ser un programa informático pero sí el soporte en el que se encuentra grabado) mientras que lo digital se queda en eso, un simple archivo bastante más volátil y susceptible a perderse que un disco o un cartucho. Pero por otra parte, y siempre mientras el susodicho archivo se encuentre disponible en los servidores de la compañía que lo ofrece, este será fácilmente recuperable si por falta de espacio o porque nos apeteció lo borramos tiempo atrás. Además el contenido digital, asociado normalmente a nuestra cuenta, solo habrá de ser abonado una vez pero si nos deshacemos de un juego en físico, es casi seguro que nos tocará volver a pagar por él y es este, tal vez, el argumento junto al espacio que dejarían de ocupar las cajas de plástico, al que con más fuerza se agarran los defensores de lo digital.
Sin embargo, en opinión de quien os escribe estas lineas esto no deja de ser un problema de mentalidad, porque no solo los usuarios sino también las propias compañías parecen empeñadas en atacar continuamente al formato físico de una y mil formas con el objetivo claro de que sea mal visto por todo el mundo y, en consecuencia, se deje de lado en pos de su moderna vertiente para hacer más sencilla la transición hacia la última frontera, la Nube, cuya relación con los videojuegos como servicio al que suscribirse y no como producto a comprar y poseer trataremos más adelante.
¿Por qué decimos que las compañías atacan al formato físico si lo siguen utilizando?, os preguntaréis. La respuesta es porque resulta evidente que, a pesar de lo que avanza la tecnología en general, y la de almacenamiento de datos en particular, se siguen usando soportes cuya eficacia ha quedado claramente por debajo de lo que se necesita hoy en día. El blu-ray, la última evolución del ya primitivo disco compacto que en su día revolucionara el mundillo, ya no da para más en términos de transferencia de datos, y de ahí que instalar los juegos en el disco duro se haya vuelto una obligación, sobre todo ahora que se pretende estandarizar la resolución 4K. Tan solo Nintendo, por razones de diseño, ha optado por una vía distinta y hace uso de tarjetas similares a un fino cartucho. Por desgracia, el tamaño de las mismas y su precio de adquisición para las desarrolladoras no está ayudando nada a que dicho formato pueda, en un futuro, ser ampliamente aceptado más allá del sistema en el que está incorporado en la actualidad.
Todos saben que el cartucho como sistema de almacenamiento posee una serie de ventajas que jamás tendrá el soporte óptico, como son una mayor durabilidad y la carga única de todo el programa, ahorrando así los cortes intermedios. Quienes hemos disfrutado de una consola de 8 o 16 bits sabemos muy bien el placer que daba y da insertar el juego en la máquina, encenderla y no ver jamás ningún «Cargando…» ni mensajes similares. Las compañías y mucha otra gente alegan que fabricar cartuchos sale caro pero también saben, igual que nosotros, que toda tecnología deja de ser cara cuando se fabrica y vende en masa. Ejemplos los hay a miles pero si queréis uno, ahí tenéis las modernas televisiones. Pensad en lo que costaban hace unos años y lo que valen ahora, y os daréis cuenta de que si ahí se produce la bajada de precio, también se habría de dar en los cartuchos o tarjetas de memoria, cada vez más grandes, que a buen seguro serían más que capaces de manejar con soltura cualquier juego potente, por grande que fuera.
El formato físico como tal todavía tiene mucho que decir si se le permite hacerlo. La tecnología está ahí, aguardando a ser aprovechada y si los discos ópticos como el blu-ray ya no son útiles, ¿por qué no volver a formas de almacenamiento más rápidas y cómodas que ya demostraron en el pasado su eficacia y que, adaptadas a los nuevos tiempos, pueden ahora convertirse en el nuevo estándar para todos o la mayoría de sistemas? Nintendo ya ha dado un paso digno de alabar en esa dirección, pero son los demás los que deben dar el siguiente…