Son muchos los juegos que ven la luz tanto en consola como en ordenador, aunque es cierto que también los hay que nunca lo lograrán. Ocurre a menudo que un juego que esperamos se queda a las puertas o ni siquiera se inicia su desarrollo como ha pasado, por ejemplo, con el miles de veces nombrado Half-Life 3 (o el Ep. III de su entrega anterior). Sin embargo también se da el caso de ese juego que llega al mercado sin que nadie lo esperase. El último ejemplo de esto que he tenido el placer de jugar ha sido el del “remake” del clásico Shadow of the Beast que llegó a PlayStation 4 en 2016.
El juego, disponible únicamente en formato digital salvo en Asia, nos presenta una versión del clásico acorde a los tiempos, tanto en lo técnico como en lo puramente jugable pero sin renunciar del todo a sus señas de identidad. En esta entrega, al igual que la que vio la luz en 1989 para Amiga y que, por cierto, está incluida en el juego a modo de contenido desbloqueable, nos enfrentaremos a diversas hordas de enemigos, cada uno con sus propias pautas de ataque y defensa, a los cuales deberemos derrotar tratando de sufrir el menor daño posible. En este sentido, el manejo de Aarbron (nombre del protagonista) es bueno y responde velozmente a las órdenes del mando. No obstante hay que decir que hay que ser bastante hábil y preciso en los momentos más complicados tanto de plataformeo como de combate, donde nos veremos en repetidas ocasiones rodeados por numerosos adversarios que nos asestarán terribles golpes al menor descuido.
Aarbron tiene un limitado número de puntos de vida (como en el original), y no abundan los items de recuperación. Por fortuna existen varias formas de recuperar tanto la propia vida como la sangre, elemento que se usa para llevar a cabo los diferentes movimientos especiales y que, como el resto de atributos, podremos ir mejorando con la puntuación que obtengamos tras finalizar cada nivel. También es posible, como dije antes, desbloquear el juego original además de un montón de extras en forma de ilustraciones, la música original y otras cosas que prefiero no mencionar para no estropear la sorpresa de quien decida hacerse con el juego. En este sentido, Shadow of the Beast es un juego muy, muy rejugable, lo cuál siempre se agradece.
En lo referente a su apartado gráfico, el juego presenta siete niveles perfectamente diferenciados por los que nos desplazaremos de forma lateral, siguiendo nuevamente la pauta del clásico a pesar de que todo el juego está creado con gráficos tridimensionales. También los enemigos son sumamente variados en aspecto y comportamiento aunque, por razones obvias, hay que destacar al propio Aarbron por encima del resto, ya que desde la pantalla de inicio se hace evidente el gran mimo y cuidado que se ha puesto en su recreación. La iluminación global y algunos efectos como las llamaradas de fuego son también aspectos dignos de ser mencionados. Por otro lado la música, con temas originales y versiones actualizadas, cumple bien su función de ambientar nuestro periplo.
En lo personal, si en su momento me sorprendió para bien la noticia de la llegada de este juego (todavía no tenía la consola por aquel entonces), igual de positivo ha sido disfrutar de él. Shadow of the Beast no es un juego largo. De hecho es perfectamente posible completarlo de un tirón pero el tiempo que se le dedique en cada partida, sea mayor o menor, siempre será un tiempo bien aprovechado. En el momento de escribir este artículo tengo casi todo su contenido desbloqueado pero estoy seguro de que, cuando consiga el cien por cien del mismo, todavía volveré a jugar más de una vez, de dos y de muchas más porque el título lo merece. Una vez más, mi instinto a la hora de adquirir material para jugar no me ha fallado…