La problemática de los juegos basura

Creo que somos muchos los que, en alguna ocasión, hemos soñado con la posibilidad de ir más allá en este mundo de los videojuegos. Limitados por nuestros medios y conocimientos, ansiábamos hacer algo más que disfrutarlos. Ansiábamos crearlos, formar parte de ese selecto club de gente que era y es capaz de plasmar los sueños de muchos otros en una pantalla a través de un complejo sistema de código cuyo entendimiento está lejos del común de los mortales. Algunos dimos unos primeros pasos con la tecnología de la que disponíamos e hicimos algunas cosas de las que guardamos grato recuerdo pero no pasamos de ahí. Otros sin embargo han conseguido llegar muy alto, y otros se valen ahora de la enorme cantidad de posibilidades, antaño inexistentes, para dar rienda suelta a su imaginación aunque no siempre con un resultado que llamaríamos aceptable.
Estos últimos son los responsables de eso que se ha dado en llamar «juegos basura», productos hechos con el ánimo de lucro como objetivo principal (como la inmensa mayoría) pero poco trabajados y cuya presencia en las diversas plataformas de distribución online, especialmente en PC y dispositivos móviles, hace que otros títulos de más calidad queden ensombrecidos y sean más difíciles de encontrar por el usuario.
Pero esto no es algo exclusivo de nuestra convulsa época actual. Al contrario, llevan existiendo mucho tiempo, aunque no siempre han proliferado con la misma intensidad. Todos los sistemas que han sido y son tienen en sus diversos catálogos un número, más o menos alto, de juegos cuyo acabado o propuesta distan mucho de lo que se podría esperar de un título medio, no digamos ya de uno de gran calidad. Seguro que si cualquiera de vosotros hace un repaso a los mismos, no tardará en hallar unos cuantos…
Luchar, si es que esta es la expresión adecuada, contra la existencia de esta clase de juegos es muy difícil, por no decir imposible. ¿Y por qué? Pues porque no existe, a día de hoy (aunque se ha hablado de ello), un criterio común que establezca los parámetros mínimos que se han de cumplir para crear un título con cierto nivel de calidad. La libertad de expresión y/o creativa de quienes desarrollan estos juegos no está supeditada a control externo alguno ni creo que deba estarlo, y el acceso a las herramientas necesarias para llevar a cabo la tarea están más a la mano que nunca. En consecuencia, a día de hoy casi cualquier persona puede ponerse a ello y conseguir materializar su anhelo de hacer realidad ese juego que siempre quiso hacer. O por lo menos tratar de acercarse en lo posible a la idea del mismo que tiene en su mente.
Lo único que se puede hacer contra los «juegos basura» es lo que se lleva haciendo desde el principio y hasta ahora: dejar que el criterio del usuario decida si merece o no la pena. Actualmente eso es fácil de conseguir, dada la gran cantidad de información de la que se puede disponer tanto de los medios como de otros usuarios, aunque ello no implica que se tenga que hacer caso a lo que digan pues no hay que desdeñar la posibilidad, más o menos remota dependiendo del caso, de que aquello que todos consideren como un «juego basura» a nosotros nos acabe gustando.
Yo no me he topado con ningún caso relevante en la actualidad pero conocí algunos en el pasado, cuando a menudo lo más que uno tenía para asegurarse de lo que iba a comprar era solo la carátula del juego, alguna foto que habitualmente no se correspondía con la realidad por ser de otra versión de mayor calidad y el propio instinto, que no siempre era fiable.
La última vez que di rienda suelta a la adquisición de juegos de corte menor fue durante el periodo en el que estuvo habilitado el servicio Indie Games de Microsoft en la Xbox 360. Encontré allí algunos títulos curiosos y entretenidos pero también mucha morralla por la que, por fortuna, nunca llegué a pagar más de un euro. La acumulación de esta clase de material, unida al desagradable hecho de que para poder jugar fuera necesario estar conectado a Xbox Live a pesar de tenerlos en el disco duro, hizo que me olvidará para siempre de los mismos y es, entre otras cosas, uno de los motivos por los que no me acerco a mucho de lo que hay ahora.
En definitiva, los «juegos basura» van a estar siempre ahí, queramos o no, y solo nosotros tenemos la capacidad de discernir lo que son estos del resto de títulos del catálogo. Toca pues remangarse y rebuscar en el fango si lo que se desea es hacerse con algo de mayor calidad. Ahora, si esto no es lo más importante y lo que se busca es simplemente pasar un rato o dos de una manera sencilla y directa, incluso la basura puede ser útil.
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