El género de los juegos de lucha vive en la actualidad una de sus mejores etapas, ya que cuenta con un buen número de títulos de enorme calidad (recortes aparte). Pero hubo un tiempo anterior a este, uno en el que se forjó un título que hoy es leyenda, el cuál todos conocemos y que serviría de inspiración para muchos otros. No obstante, aunque Capcom reinó durante largo tiempo con una única creación (y sus múltiples versiones, tanto oficiales como oficiosas), fue otra compañía la que se alzaría como la auténtica reina del género, tanto por la calidad de sus juegos como por la cantidad, pues nunca hasta entonces ni desde entonces se ha visto en la industria un trabajo tan prolífico como el realizado por SNK para su gran consola Neo-Geo.
Era cuestión de tiempo que otros se subieran al carro del éxito de Street Fighter II, y SNK lo hizo con un juego que la lógica imperante en la actualidad condenaría al fracaso más rotundo porque mientras la obra magna de Capcom nos dejaba elegir entre 8 luchadores (12 en su versión «Champion Edition»), Fatal Fury tan solo nos permitía escoger entre un máximo de 3. Sin embargo, a pesar de esa limitación, el juego conquistó a un público que, en parte, ya debía andar un poco «quemado» y buscaba algo nuevo, encontrándolo en el sistema de combate de este juego que proponía, además de los consabidos movimientos de ataque y defensa clásicos, llevar la acción a un segundo plano, con lo que eso suponía a nivel visual y estratégico. En consecuencia, Fatal Fury no solo plantó cara con muy buen resultado a Street Fighter II, también forjó su propia saga al igual que harían después otros representantes del género de la compañía.
Pero seguían habiendo muchos jugadores fieles al juego de Capcom, y SNK los quería para sí. Lo que se les ocurrió entonces fue hacer un juego con múltiples semejanzas (yo diría que demasiadas) que resultase más familiar, y así fue como vio la luz World Heroes, un «clon» a su manera que contaba, al igual que Street Fighter II, con dos personajes casi idénticos, una sola fémina en la plantilla de luchadores, un luchador gigantón, otro orondo y otro al que se le alargaban pies y manos pero, aún con todo, el juego tenía también sus matices y diferencias que lo hacían valioso por sí mismo, como por ejemplo el modo «Death Match», en el que se pasaba del clásico escenario a un ring con diferentes trampas dependiendo del oponente al que nos enfrentásemos. Poco a poco los usuarios comenzamos a ver en SNK su potencial para sorprender con cada nuevo trabajo, algo que quedaría de sobra demostrado con el siguiente ejemplo…
Art of Fighting es, quizá, el caso para mí más curioso de los éxitos de SNK pues, siguiendo la estela de Fatal Fury, se narraba una historia a través de unos pocos personajes, solo dos en esta ocasión, Ryo y Robert, que debían luchar contra una serie de oponentes para rescatar a Yuri, hermana del primero. Pero sin entrar en detalles a este respecto, lo que realmente nos dejaría impactados a los jugadores de entonces fue encontrarnos con semejante prodigio técnico en forma de unos personajes enormes y sumamente detallados, en cuyos rostros se reflejaban los efectos del combate a medida que recibían más y más golpes, lo que terminaba por hincharlos y desfigurarlos. Art of Fighting es la prueba indiscutible de que no hace falta mucho contenido para enganchar al jugador, aunque esta máxima no se cumpla en el juego que se convertiría, años después, en la saga estrella de la compañía, pero eso lo dejaremos para la segunda parte.
Espero que este primer artículo dedicado a los juegos de lucha de SNK que vieron la luz en los años 90 os haya gustado. La segunda entrega, la semana que viene.
Visitas: 29