Este es uno de esos temas que siempre me chirrían, y lo hace porque no soy capaz de entender cómo se ha llegado a la situación actual. Os hablo de cómo la opinión de los usuarios, lo que en el argot actual se conoce como «feedback», influye en el desarrollo de un videojuego, a veces de una manera profunda. Y no puedo evitar sentir cierta decepción porque pienso que, como en cualquier otra expresión artística, el equipo de desarrollo de un juego nunca debería de perder el control sobre su creación. Sin embargo, lo cierto es que lo que vemos a menudo últimamente es todo lo contrario…
Por supuesto, siempre se busca dar lo mejor de uno mismo y la gente, en su mayor parte, aconseja con buena voluntad sobre tal o cuál aspecto e informa sobre los posibles errores que hayan podido hallar en el juego. Todo ello es muy útil para sus responsables pero hemos llegado a un punto en el que lo que en principio debía de ser una ayuda se convierte en una exigencia que deben acatar para no perjudicar las ventas futuras. Dicho de otra manera, el miedo a perder usuarios hace que se lleven a cabo cambios, en uno u otro sentido, que en cualquier otro momento y época nunca se habrían producido.
El último ejemplo lo he visto en la nueva entrega del simulador Pro Evolution Soccer de Konami, que ha recibido críticas porque al parecer lo visto en su «demo» era, a ojos de los críticos, mejor que lo visto en la versión final del juego. Lo peor, no obstante, no es que sea cierto (que no sé si lo es porque no lo he comprobado por mí mismo) o falso, sino que a la compañía le ha faltado tiempo para dar explicaciones a la vez que ha prometido cambios. En otras palabras, una vez más (y no será la última), un creador se ve sometido al poder que ostenta la comunidad, un poder que la propia industria le ha conferido de una manera progresiva y casi imperceptible pero que se hace patente cuando sucede algo como lo descrito con anterioridad.
Como tantas otras cosas que ya se han asentado de manera firme en el mundo de los videojuegos y de las cuales todos hemos hablado largo y tendido muchas veces, el «feedback» en estos casos deja de ser algo útil. Se convierte en opresión y coacción hacia el autor, que acaba dependiendo de lo que le digan para dar forma a su creación y, si bien el resultado puede ser bueno, lo que es evidente es que no será algo suyo sino del resto. Puede que muchos no le den importancia a este hecho pero yo, como creador de contenido que soy en estos momentos, siempre trato de poner algo de mí en ello y el día que eso no sea posible, el día en el que deba hacer las cosas a la manera de otros y lo haga solo por miedo a que esas personas u otras dejen de seguirme, tengo claro que dejaré de hacerlo…
Según la Wikipedia, el arte «es entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado con una finalidad estética y también comunicativa, mediante la cual se expresan ideas, emociones y, en general, una visión del mundo, a través de diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros, corporales y mixtos». Esto nos viene a decir que lo que busca el artista es expresarse a sí mismo y con ello su manera particular de ver y entender lo que le rodea. Por tanto, si se pretende algún día que los videojuegos sean considerados un arte, además de generar emociones en quienes los contemplen y/o jueguen, deben ser también un reflejo de su creador pero si vemos que este no hace otra cosa que ir modificando su obra en función de las opiniones de terceras personas, ¿en qué lugar quedarán ambos?
¿Os imagináis, por ejemplo, a un escritor que hiciera un libro en base a lo que le dijeran sus lectores? ¿A un músico que compusiera según la opinión de sus oyentes? ¿O, si nos salimos de las profesiones más clásicas, a un «chef» de un restaurante de alto nivel que cocinara en base a lo que los comensales fueran diciéndole sobre qué ingredientes y su proporción serían los más adecuados para obtener el resultado más óptimo? Es algo inconcebible, al menos por ahora (y espero que nunca suceda en el futuro), pero que en el mundo del videojuego se ha vuelto, por desgracia, lo más habitual. Es verdad que esto suele suceder en aquellos productos más comerciales, es decir, dirigidos a un público masivo como es el caso de los simuladores deportivos como el mencionado Pro Evolution pero nadie nos asegura que no pueda ocurrir igualmente en esos juegos «de autor» que buscan diferenciarse del resto…
Por lo tanto, pienso que deberíamos (hablo como comunidad) de aprender a respetar la visión de otros sobre lo que se quiere representar en un videojuego concreto. Tiempo habrá para juzgar si el resultado es o no de nuestro agrado pero, aunque dispongamos de las herramientas necesarias y la compañía de turno agradezca o diga que agradece el «feedback» de sus usuarios, lo que realmente estamos haciendo es entorpecer el desarrollo y la evolución naturales que siempre han tenido los videojuegos, convertidos ahora en una continua exposición de contenidos sometidos al juicio del jugador que es ya quien tiene la última palabra no solo a la hora de comprarlo sino incluso de crearlo, lo que dicho sea de paso ha sido también el germen o la semilla de la proliferación de numerosos «expertos» en redes sociales y/o foros, que tienen en su poder la «verdad absoluta» sobre cualquier cosa y tratan de poner rápidamente en su sitio al resto con su «sabiduría».
Haceos, y con esto ya termino, la siguiente pregunta: si durante el tiempo en el que no existió Internet siempre disfrutamos de los videojuegos, con sus cosas buenas y malas, ¿por qué os empeñáis muchos ahora en decirles a quienes los hacen cómo ha de ser tal o cuál cosa para que el producto final encaje mejor en vuestros gustos y preferencias personales?
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