Están de moda y gustan tanto a una parte de los usuarios más jóvenes como, especialmente, a los más veteranos dado que, en última instancia, es el público al que van dirigidas todas estas reediciones de videojuegos clásicos que cumplen la función de agradar a quienes, como yo por ejemplo, nos hallamos en una situación en la que lo actual no nos satisface o no lo hace con la misma fuerza e intensidad que aquello que vivimos en nuestros años mozos. Y como las compañías lo saben y temen que dejemos de consumir pues se esfuerzan en mantenernos en el mundillo aunque sea mediante productos arcaicos que no obstante demuestran su calidad al mantener, en muchos casos, intacta su esencia primigenia a pesar de los cambios que puedan sufrir.
Dichos cambios se etiquetan de diferente manera según sea lo que se vea afectado. En otras palabras, dependiendo de lo modificada que esté una obra con respecto a la original recibe un nombre u otro que voy a pasar a continuación a desglosar para aquellas personas que no estén del todo familiarizadas con estos términos y empezaré por lo más básico, el “port”…
El “port”, como su nombre indica, no es sino “portar” (trasladar) un título de un sistema a otro sin cambio alguno más allá de su adaptación al sistema de control, si esta fuera necesaria. Es por lo tanto a priori lo más próximo a la experiencia original, si bien los avances técnicos hacen actualmente necesario el uso de filtros visuales que disimulen las limitaciones gráficas sobre todo de aquellos juegos antiguos que tenían muy poca resolución y/o estaban pensados para monitores y televisores antiguos.
A continuación, y en escala ascendente, vendría el “remaster” o, en castellano, “remasterización”, que presenta el juego tal cuál fue concebido pero con su aspecto visual adaptado a la tecnología actual. Es decir, con una resolución mucho mayor a la original y el formato de pantalla panorámico, estándares en el terreno gráfico desde hace ya unos cuantos años e implica, obviamente, algo más de trabajo por parte del estudio encargado de su creación, aunque tampoco nada en exceso complejo.
No se puede decir lo mismo de los “remakes” donde los cambios ya son sumamente notables aunque se intenta, en lo posible, mantener el desarrollo, narrativa y esencia del juego original. Sin embargo, en lo técnico nos hallamos ante un producto que, aun guardando similitudes, es completamente diferente muchas veces debido a los cambios gráficos y jugables que se aplican para ajustarlo a las necesidades y gustos del público actual, lo que no impide que los que lo disfrutaron en su momento vuelvan a hacerlo puesto que, como dije, el título no deja de ser el mismo aunque tenga un aspecto distinto…
Pero la cosa cambia cuando se toca el peldaño más alto en lo que a reediciones se refiere, que se conoce como “reboot” o reinicio, y que supone el desarrollo prácticamente de cero de un título con el fin de ofrecer a los usuarios algo diferente aunque sea con los mismos personajes originales y/o dentro del mismo género. El “reboot” nace pues con la idea de “borrar” todo lo anterior para volver a empezar y no está obligado a conservar nada. Es sin duda la apuesta más arriesgada por cuanto supone tanto a quienes nunca conocieron la obra original como a quienes sí lo hicieron y van seguro a comparar una con la otra saliendo habitualmente vencedora la visión clásica aunque, como en todo, hay excepciones…
Es este un fénomeno, el de las reedicciones, sumamente curioso porque si bien es cierto que no es algo exclusivo de este mundillo puesto que podemos encontrarlo, y desde hace mucho tiempo, en ámbitos como el cine, la música y la televisión, nunca antes se había dado en los videojuegos y menos con tanta presencia como durante los últimos años en lo que, como dije antes y donde también podríamos mencionar cosas como el “boom” de las máquinas “mini” y los recopilatorios de juegos “retro”, el interés de las compañías por mantenernos aquí a quienes ya peinamos canas ha sido la excusa perfecta para dar carta blanca a esta serie de productos. Y si, de paso, se engancha a los jóvenes, tanto mejor.
Personalmente no los considero nada malo porque, como también he mencionado al principio, que se vuelva a poner en el mercado material de antaño no hace sino confirmar la extraordinaria calidad de una gran parte de juegos cuyas propuestas siguen siendo interesantes a día de hoy. De hecho, algunos de los que espero poder disfrutar a corto plazo entran dentro de este selecto grupo pero esto, como se suele decir, es otra historia de la que hablaré en su momento.