Rabio Lepus

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A día de hoy, jugar a juegos japoneses es relativamente fácil gracia a la importación y el desbloqueo regional con el que cuentan las plataformas actuales. Pero hubo un tiempo en el que era necesario disponer o bien de un convertidor o de la máquina original, con los problemas que ello conlleva. No obstante, si nos retrotraemos más en el tiempo, hasta la época de esplendor de los salones arcade, nos toparemos con varios juegos que, nadie sabe cómo ni cuándo, cruzaron fronteras y llegaron a nosotros. Uno de ellos es este “Rabio Lepus” del cual voy a hablaros hoy en el blog…

Estamos ante un “shooter” de scroll horizontal, en el que manejamos a una especie de robot con forma de conejo. Nuestra misión es abrirnos paso a lo largo de los doce niveles que forman el recorrido para rescatar a la princesa de Bunnyland, a su hermana y al padre de ambas, el rey, secuestrados por una fuerza invasora. En cada uno, y como mandan los cánones, tras acabar con todos los enemigos posibles deberemos destruir al “jefe” de turno para pasar al siguiente. Al vencerle podremos recobrar toda o parte de la energía que hayamos perdido por los impactos recibidos si recogemos las zanahorias (como no podía ser de otra forma) que caen de lo alto antes de que lleguen al suelo, lo que de paso nos otorgará puntuación adicional. Esto último será mucho más fácil en el modo a dos jugadores, siempre y cuando no seamos avariciosos.

Hay que mencionar que aunque el robot no pueda cambiar nunca de arma, sí que dispone de otros medios para combatir a los invasores. Uno de ellos, el puño, solo se puede usar cuando el enemigo está lo bastante cerca y es, de lejos, el ataque más poderoso. También contamos con misiles autodirigidos que sirven para despejar el área cercana y que serán todavía más fuertes si llevamos equipados un lazo especial que perderemos al primer golpe que recibamos aunque es posible recuperarlo si pasamos sobre él antes de que se nos quede atrás.

Tanto los misiles y el mencionado lazo como otros objetos los hallaremos en el interior de lo que parecen latas de conserva que flotan en el aire. Es evidente que, si algo caracteriza a este “Rabio Lepus”, eso es desde luego la insólita mezcla de ideas que encontraremos en los diferente niveles, en el diseño de los enemigos normales y especialmente en el de los “jefes”, a cual más bizarro si bien lo cierto es que, dado el argumento del juego y la preferencia que, al menos en aquellos años, tenían los japoneses por hacer cosas tan locas como esta tampoco creo que nos deba extrañar el resultado final.

No puedo pasar a comentar su apartado técnico sin hacer mención de algo que tal vez llame la atención de los más jóvenes que se puedan acercar a este juego por primera vez. Ahora parece estar de moda eso de incluir en los juegos el llamado “modo +”, una variante del original pero más compleja de pasar. Pues bien, eso ya existe en este “Rabio Lepus”, aunque hay que decir que a sus creadores se les fue la mano con el modo “difícil” (para suicidas, diría yo) porque hay zonas que son, literalmente, imposibles de pasar sin morir. Y si alguno piensa que estoy exagerando, que pruebe y luego me cuente…

Gráficamente, “Rabio Lepus” es un juego muy cuidado y repleto de detalles que llega a poner, sobre todo en el ya comentado “modo difícil”, una enorme cantidad de sprites en pantalla sin que ello provoque la más mínima ralentización. Los escenarios, como los enemigos y los jefes de nivel, son muy variados, cambiando además de apariencia en función del modo que elijamos al comenzar. En cuanto al sonido, la verdad es que son en general más bien anecdóticos aunque no por ello malos, pero lo único que puedo destacar quizá es la voz robótica que se escuchará al comienzo de cada pantalla, cada vez que cojamos ciertos objetos o cuando lleguemos al “jefe”. Y lo mismo puede decirse de la música, la cual cumple su cometido de ambientar cada zona sin más alardes.

“Rabio Lepus” es un arcade que no pasará a la historia por ofrecer una experiencia por encima de la de otros juegos de su género pero es muy entretenido y eso es lo que al final cuenta. Yo me lo paso muy bien con él cuando lo juego en el emulador a pesar de no entender una sola palabra de japonés, pero en esta ocasión el idioma no es en absoluto una barrera para disfrutar de un buen juego como este de modo que si lo que habéis visto aquí os ha gustado, no dudéis en darle una oportunidad porque merece la pena.

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