Creo que acierto si digo que la reciente noticia acerca del parche para Fallout 76, ese que es mas grande incluso que el propio juego, no ha dejado indiferente a nadie. Podríamos hablar largo y tendido no solo de los parches de “día uno”, algo que ya hice yo en su momento en este mismo blog cuando se puso a la venta el Kingdom Come Deliverance recibiendo otro “cosido” de 23 Gb, casi el total del juego, pero no me interesa volver sobre ese aspecto que, como imagino, no es plato de buen gusto aunque se acepte como tantas otras cosas que se hacen en esta industria actual del videojuego.
Lo que yo quiero comentar en este post, y que probablemente me cause más mal que bien (si es que puede ser peor de lo que está siendo, pero eso es otra historia), es el hecho de que, como usuarios, nos veamos obligados a actualizar aunque muchas veces sea para bien al menos en lo que se refiere a la eliminación de fallos en el código que pudieran trastocar la experiencia de juego pero, ¿qué hay de los contenidos añadidos o modificados a posteriori? ¿Son siempre algo mejor que lo que había antes? Estoy convencido que poco o nada se reflexiona sobre esto y es así porque desde los diferentes estamentos (industria, medios, la propia comunidad) se nos ha “educado” para que pensemos que actualizar es algo necesario, que es lo mejor. En definitiva que, como en todo, hay que “estar a la última”.
Hemos pasado de no poder actualizar un programa terminado, en este caso un videojuego, a cambiarlo casi por completo sobre la marcha. Si echamos la vista atrás, hacia aquellos años en los que Internet no tenía la capacidad actual de transmisión de datos o directamente ni existía, nos encontramos con juegos con versiones posteriores que solo añaden o cambian pequeñas porciones del contenido original. Uno de los más famosos es sin duda Street Fighter II, el cual contó con hasta cuatro versiones: Champion Edition, Hyper Fighting, Super y Super Turbo). En la actualidad esto se arregla lanzando todo dicho contenido vía DLC ahorrando el tener que comprar todo el juego de nuevo, algo más práctico y cómodo. Por desgracia, no siempre tenemos la posibilidad de elegir libremente si queremos o no ese contenido sino que se nos impone, nos guste o no y, peor todavía, sin opción alguna de volver a hacer uso de lo anterior.
¿Significa esto que era mejor el sistema antiguo? En cierto modo sí porque daba libertad al usuario para decidir si dar el paso a la nueva versión o quedarse con la previa, en el caso de que la tuviera comprada. Incluso de tener ambas y poder cambiar de una a otra libremente, cosa que en un juego actualizado es imposible de hacer. Sé que pensáis que para qué iba nadie a querer dar un paso o varios atrás, teniendo la última versión, que es justo lo que he mencionado en el segundo párrafo acerca del pensamiento que se nos ha impuesto. Pues a este respecto, y utilizando el ejemplo dado, yo os diré que personalmente prefiero la versión Champion Edition a la Hyper Fighting. En esos años, de haber tenido una Super Nintendo o incluso la versión de Mega Drive que incluía ambas, hubiera podido elegir pero, ¿qué habría pasado de haberse tratado de una actualización como las entendemos hoy? En efecto, que me habría tenido que comer la versión “Hyper” muy a mi pesar.
De esto último saben mucho los asiduos a los juegos online masivos que ven como, cada cierto tiempo, les cambian cosas y añaden otras para mantener el producto vivo, y si bien hay muchos que quedan encantados con las novedades y se agarran a ellas, es seguro que hay otro porcentaje de jugadores que no piensan lo mismo y que no solo critican esas actualizaciones sino que incluso dejan de jugar al juego para montar su propio entorno, ajeno al control de las compañías hasta que estas deciden actuar contra ellos y les cierran el grifo, tal como sucedió por ejemplo con Blizzard y su World of Warcraft y que nos demuestra, una vez más, cómo nos someten cuando y como quieren.
Este post no pretende cambiar el mundo. De hecho, todo seguirá igual porque a nadie le interesa no ya dar un solo paso para conseguirlo sino ni siquiera pensar sobre ello. Yo no soy distinto a la mayoría en muchos aspectos pero al menos, ya que por mí mismo no puedo cambiar nada, trato de ser consciente de las cosas malas que tiene esta afición nuestra que son los videojuegos. Y dicho esto, si me dieran a elegir entre actualizaciones o versiones “nuevas” en formato digital o físico, sin duda elegiría lo segundo porque así, como ya dije, sería libre de decantarme por una, otra o todas sin verme obligado por nadie a jugar a la última.